Yurimia
Boscán (29/05/2019)
Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo.
José Ángel Valente
A modo de esperanza
Cuando
la vida nos emplaza a conversar sobre la obra poética de un escritor, quien,
además, fue la primera persona que vio en mí la semilla de la poesía, no nos
queda más que aceptar que, definitivamente, la vida es una eterna relación
entre causa y efecto, pues las conexiones que se entretejen tocan y salvan
todas las distancias entre los seres humanos, aunque éstos ya no habiten este
plano.
Es
para mí un honor aproximarme a la obra literaria de Francisco del Rey Trómpiz,
nuestro querido Franklin, la cual se caracteriza por la extraordinaria fuerza
poética de una voz que rezuma tequeñidad y coloca al terruño vital en la
cartografía de lo imperecedero. Conozcamos, pues, al poeta…
Atado
al árbol de la tarde (1)
La niebla lo invade todo.
Este cuarto que no eligió, este mundo que no es el
suyo
y estos ojos desconocidos que la miran, que la buscan
y que aseguran conocerla.
Tabaré Cardozo
Franklin
nace en Los Teques el 25 de octubre de 1953. Estudia primaria en el colegio San
Felipe Nery y secundaria en el liceo Francisco de Miranda. Pertenece a una
familia de artistas, lo que abona su intelecto y sensibilidad para las artes
que cultiva a lo largo de su vida: la poesía, la crítica literaria, la crónica,
la pintura, la escultura, el teatro y la radio, entre otras, las cuales
tributan a la construcción de ese hombre que comienza la búsqueda de sí mismo
por caminos más que cosmopolitas: Estudia Arte en Manhattan. En el día trabaja
como mesero y en las noches, es parquero en la famosa discoteca Studio 54. A
pesar de la vorágine de aquel Norte donde se mueve a sus anchas como actor,
modelo y pintor, Franklin no olvida los rojizos diciembres cubiertos de capines
de su pueblo natal… y a él regresa, sin ninguna nostalgia por dejar atrás la
capital del mundo.
A su
vuelta, descubre su vocación de cronista y ejerce con maestría el periodismo
cultural. Durante años escribe las reseñas de los incipientes artistas de la
zona. Él mismo deja constancia de este hecho en el prólogo que escribe a
propósito de la publicación del Nº 2 de su revista Renacimiento (1986:5):
“En cualquier caso, la actividad artística de la
ciudad es constante, madura y muy bien encausada. Venezuela ha sido muy dura
con sus artistas jóvenes, bien por el riesgo que supone su producción o tal vez
por la actitud monopólica de algunos sectores de la cultura nacional. Algún
tiempo me llevó y por qué no, parte de mi existencia, publicar este breve
trabajo que pretende agrupar, aunque no en su totalidad, la producción de los
artistas de la ciudad (…) Renacimiento vuelve a la calle; esta vez con trabajos
de ensayo, poesía y algunas traducciones, tratando en lo posible de liberar del
anonimato la actividad creadora de mis coetáneos”.
Además
de su invaluable trabajo como compilador de un presente que se encargó como
ninguno de preservar para las nuevas generaciones, Franklin hace crítica
literaria y reportajes sobre arte en periódicos locales ya desaparecidos (2). Queda la tarea de recopilar este trabajo
disperso.
Su
ámbito de vida se concentra en los callejones, plazas, esquinas, cafés y bares
de las calles de El Pueblo, con sus sempiternas historias donde él,
literalmente, es el Rey: Franklin deambula libremente los días y las noches en
perfecta armonía con su condición de calle, tal como lo expresa el escritor
Hermes Flores (3):
“Evocarlo es escuchar poemas y canciones en el Lamas,
la Casa de la Cultura y el Metropol; ver nuevamente los rostros vivaces de los
pintores en el Taller Juan Lovera con el maestro Edgar Corrales al frente; la
bohemia de Heliseo Naranjo y otros tantos en el Grupo de Teatro Foro 5, la
palabra desafiante y soñadora de Héctor Enrique Díaz, los gallos de Ulises Materano,
la paleta orientadora de Benito Chapellín, el verso perspicaz de Gilberto Gil.
(…) Es vivir nuevamente la lujuria de los poetas malditos, junto a Jaime
Betancourt y los vándalos… Es vivir al poeta en su máxima expresión…”.
Su
tiempo, que administra a sus anchas lejos de horarios y rutinas, lo dedica a
crear y a darle vida a instituciones como la Asociación de Artistas Plásticos
de Miranda (Avap) y la Asociación de Escritores de Miranda. Forma parte de la Escuela
de Poesía de Caracas, llena con su potente voz el espacio hertziano de los
Altos, inicialmente desde Radio Miranda, y luego desde las emisoras
comunitarias Yapuraquí y La Voz de Guaicaipuro, donde da rienda
suelta a sus inquebrantables convicciones sociales con su programa Quijotadas.
Es
un artista integral: editor, curador, locutor y un empedernido lector. Pinta,
dibuja, esculpe (es Premio Municipal de Escultura en 1989) y se pasea con
fluidez por todos los géneros literarios mientras fuma y bebe a mansalva. No
obstante, por sobre todas las cosas, Franklin es un enamorado de la vida… Ama
profundamente a su abuela materna, a su pueblo, a sus amigos vándalos, y a la
poesía, su más versátil y fiel amante… No en vano, el artista plástico Manuel
Piney lo señala como “el hombre más culto de nuestra generación” (4).
La
ebriedad pasajera (5)
El olvido no puede deshacer las palabras
que dividen la distancia entre la niebla y la llanura.
Hasier Larretxea (6)
La
obra poética de Franklin Trómpiz posee las cualidades que caracterizan a los
buenos perfumes: está hecha de misturas que la hacen única, va directamente a
los sentidos, y su brevedad es proporcional a su calidad.
En
orden de aparición –no siempre publicada-, su obra poética es la siguiente:
1. Las
golondrinas de arena (1981) conjunto de siete poemas aparecidos en una
publicación tipo plaquette a cargo del Departamento de Extensión Cultural de la
Dirección de Educación y Cultura de la Gobernación de Miranda (Ediciones Casa
de la Cultura de Los Teques).
2. El
canto de la sirena (1983) cuyo texto se incorporó en 1991 a la
antología Los Poetas de Los Teques (7), de la colección Ateneo de Los
Teques.
3. Un
lunar y diez lunarios de Soraima en pose y don: Plaquette doble (S/F)
con 16 poemas, ilustrado por Francisco Ezeiza y el autor. Publicado por el
Consejo Municipal del Distrito Guaicaipuro de Miranda (8).
4. Las
neblinas más altas (1992) Libro con 19 poemas, publicado por la
Alcaldía de Los Salias con ilustraciones del autor.
5. Los
rigores del desamparo (2014) libro de poesía que obtiene una mención
honorífica en el Concurso Municipal de Literatura Cecilio Acosta,
Mención Poesía 2014. Cuenta con 21 poemas cuyo manuscrito tiene una suerte de
subtítulo que reza “2 de noviembre de 2014, Día de los muertos”.
Este
poemario está dedicado a: Melitón Salazar, un importante cronista de la ciudad
de Puebla nacido en 1899 (9); a Humberto
Ak´abal (1952-2019) reconocido poeta y escritor guatemalteco, que escribía sus
poemas en lengua maya quiché y luego traducía al español (10), y a Otto-Raúl González
(1921-2007) poeta guatemalteco/mexicano, dedicado a exaltar las raíces
indígenas y la gesta libertaria de los pueblos latinoamericanos (11).
6.
Poemas aparecidos en revistas literarias como Trapos y Helechos; Revista
literaria del Ateneo de Los Teques, y Renacimiento, entre otras, así
como en las antologías: Los poetas de Los Teques, ya mencionada; La
antología Once escritores venezolanos (12).
Breve antología de la poesía y la narrativa mirandinas (1995) publicada en
Cuba.
7.
Los textos sueltos que me fueron confiados por él en sus últimos tiempos,
transcritos -con su ayuda- del manuscrito hecho en servilletas por el poeta en
el año 2015. Los he llamado Homenaje a Hokusai, por estar dedicados a
este pintor japonés nacido en Tokio en 1760 (13).
En
la obra poética de Trómpiz pueden identificarse diferentes momentos,
vislumbrados y descritos por estudiosos de su obra, como el escritor Tomás
Martínez Sancho (14), quien enuncia las
características de la voz escrituraria del poeta a partir de la forma y
estructura de sus versos, tomando la intemperie y el desamparo como eje
problemático y tensional común a las distintas épocas de su poesía: Primera
época: Intemperie como distancia de la amada y soledad; segunda
época: La intemperie en un mundo hostil y excluyente, y tercera época:
Intemperie existencial, junto a la horda pájara.
No
obstante, solo me detendré en este aspecto para señalar que al igual que el
desamparo, los demás tópicos de su poesía (ciudad, calle, niebla, conciencia
histórica, soledad, amor, niñez y desarraigo, por decir lo menos) son también
hilos conductores que se imbrican en el mundo literario del poeta a lo largo de
su vida.
Empecemos
por la Escuela de Poesía de Caracas, de la que es miembro.
La
Escuela de Poesía de Caracas nace en 1976 de la mano de Andrés Athilano Pacheco
(otro poeta nuestro) con la llamada Poesía Experimental. Su “estética resulta
de la combinación del dramatismo y el simbolismo oníricos, haciéndose unidad en
el cuerpo del poema con el pensamiento inconsciente expresado tal y como se
sueña” (15). Es poesía onirista (Oneiro:
sueño/ odé: canto) y su asunto único pretende ser el amor sexual “porque
generalmente el amor sexual es la oníroda” (ibídem: 17).
En
la estructura poética de las onírodas, el signo lingüístico se trasmuta y se
metamorfosea en símbolo onírico con un ritmo fónico que viene dado por los
acentos de las palabras y la propia estructura del poema, cuya forma deviene en
asociaciones arbitrarias que resemantizan el sentido de las palabras, las
cuales, a su vez, funcionan como una suerte de caligramas, donde fonemas y
grafemas juegan en el espacio de la hoja en blanco y son parte del universo
sensorial del poeta, ese pequeño dios, al decir de Huidobro (16), capaz de crear metáforas insólitas con
la yuxtaposición de sus estados de ánimo, puntuadas ocasionalmente por lo
cacofónico.
Veamos
el Poema DE eva-M, tomado de la Revista Renacimiento (ibídem:
22): 6
POEMA
DE eva –M
Fue
una de las tantas EVAS-M
con
su SEXO-BOINA
Sueños
en los calcetines
desangrando
palabras
reventando
tristuras
buscando
alfas-vidas
ERA
de libros A
poesía
M
revolución
O
sexo
R
No
estar perdida
escoba
ceBOLLAS
polvo
la
hora
Rutina
NO
HAY COMPRENSIÓN EVA-M
hombres
Se
perdió con el Gran Muro en el cuerpo
Merbel
Torres
(Miembro
Titular de la Escuela de Poesía de Caracas)
Mujer
oro
mujer
nácar
rubí
mujer
te
amo azul
Son
innumerables los ejemplos que podrían acercarnos al mundo onirista de Trómpiz,
pero solo mencionaré algunos versos del plaquette Un lunar y diez lunarios
de Soraima en pose y don, para ilustrar sus características como poesía
críptica: Gotas de mimbre, mito en los gerundios del objeto, vitral
alondra. Como poesía preciosista: molinos de topacio; ventanas
blondas; cenefas rondas. Como poesía culta y de abundantes referentes:
Galatea, Minerva, Poseidón…y como poesía llena de asociaciones lúdicas
que usa la palabra como entidad maleable: Soraima en los mares de mi
alcázar, hebras de la azul mito-manía, mirlos teje-cielo…
Sin
embargo, en esta época inicial, el poeta ya asoma su irreverencia y se rebela
contra la esencia erótica del onirodismo como único tema. Trómpiz incorpora a
su hacer poético los elementos que luego florecerán en toda su poesía: la
niñez, las casas de bahareque, los solares, la abuela, los almendrones, los
helechos, las guamas, los samanes, el capín melao, el yagrumo, la
niebla/neblina de sus Teques natal, su preocupación por la palabra, su búsqueda
histórica de lo que somos, su reverencia por lo autóctono y lo telúrico, su
afán de justicia social y su sempiterna soledad.
Veamos
ejemplos de ello:
Arada
en la niñez
la
sordidez del mundo
nací
sobre los fósiles
de
un abolido reino
emulando
sus caras
la
tragedia de antaño
confiado
en el futuro
mutilando
el ocaso
óyense
en los ríos
los
gritos de Canaima
............................................
La
marejada
está
quebrada
La
lluvia
enloquece
las matas
Los
pájaros
cantan
de la ausencia
se
moja la quietud
de
aquel Capín
………………………………………………
Contrito
en el pronombre
las
arenas
¡Oh!
mito en los gerundios
del
objeto
azogue
que se funde
en
los aleros
quebrantos
en la mitra
en
las sílabas
………………………………………………..
Atravesaba
el patio
un
almendrón ya ciego
Debajo
del yagrumo
los
fangosos solares
El
bahareque antiguo
sus
medidas endebles
Afuera
en las ventanas
el
dolor de las guamas
Se
arregla a sus botones
mi
infancia de sus ramas
La poiesis
de Francisco del Rey no tiene molde, es genuinamente tequeña; no obstante,
dentro de su condición de poesía con hábitat propio (no importa si aquí en
Los Teques, resistimos un poco) su palabra poética posee una marcada
prominencia UNIVERSAL: 8
1.
Franklin es un inconforme como lo fueron los poetas de la llamada Generación
Beat (17):
su condición de “abatido” se emparenta con el uso de técnicas experimentales
para desestructurar un lenguaje, ese lenguaje blande como arma de transgresión:
Mi vida/ fue/ una carreta/ donde/ cargaron/ todas las culpas/ todas/ todos
me abandonaron/ todos// Ahora/ los abandono/ a ustedes (18).
O
este otro:
Sativa
con tu canto
lo
que yo aprendí
en
el XX
Bandera
del 23 bandera
Antoine
contó novela
de
su tiempo que inmensa
era
rapé la historia
como
el alcohol impura
la
coca cola mínima
la
diáspora convexa
cóncavo
el Padre Nuestro
La
trasgresión del poeta es más que expresa: en los 4 versos iniciales emula un
canto escolar (La Chipola): Digo con mi canto (sativa con tu canto) lo
que yo aprendí en la escuela (lo que yo aprendí en el XX) bandera de
Venezuela (bandera del 23 bandera) que diluye luego con otros
referentes: Antoine ¿Antoine de Saint-Exupéry?; rapé (tabaco que se aspira);
alcohol, coca cola (en un ritmo que nos hace pensar en la cocaína), la diáspora
convexa y un Padre Nuestro cóncavo.
2.
Es un maldito porque, siguiendo a Verlaine (19), el malditismo se usaba para adjetivar a
poetas, escritores o artistas plásticos que, más allá de su genio y talento,
terminaban siendo incomprendidos por su generación y no lograban alcanzar el
éxito en vida, pues con su disipada y bohemia manera de vivir, desafiaban las
normas sociales preestablecidas: Yo me gano/ la locha/ en la partida/ truco,
ajiley/ animalitos/ Yo me estiro/ y sucumbo/ en las cantinas…
3.
Además, es un romántico (20),
por cuanto su estética literaria rechaza el avance sin cuartel de un mundo
avasallante, tal como en su momento lo hacen los autores europeos de finales
del siglo 18 y principios del 19 para contrarrestar el capitalismo generado por
la Revolución Industrial: El cocuyo se apaga/ amén de la tristeza/ y un fulgor/
deslumbrante/ se posa y cubre/ mi frente amplia/ Y el desamparo entonces/ eleva
su torre inmensa/ le habla a un dios/ cognoscible/ enorme, sabio, eterno/
después estalla/ un llanto/ del tamaño/ del mundo/ Qué pequeño/ es el hombre…
Es
así como la poesía de Trómpiz gira en su propia esfera y de allí se derrama en
las calles y las noches de su ciudad-pueblo convertida en escenario y motor de
lo poético. Nadie podría decirlo mejor que el cronista Manuel Almeida en su
escrito El llanto de las callejuelas (21):
Suya
fue la noche y nadie lo supo, suyo fue el arte y nadie lo supo, dominó con
maestría las dimensiones literarias de una servilleta y cada poema fue como sus
insultos en medio de las borracheras: duros, concisos, estremecedores,
honestos.
Sus
últimos años pasaron en el descubrimiento profundo del dolor de las calles,
sintiendo en carne propia los rigores del desamparo y advirtiendo a los
transeúntes los estragos del olvido, batallándole a la vida tiempo para los
trazos, reclamando la memoria de los otros, esperando que aquellos cumplieran
con las promesas hechas a alguien que, ahora lo sé, sabía la inminencia del fin
de su tránsito por las callejuelas que tanto amó, de los vericuetos que lo
recibieron hace tiempo, que hoy lo lloran y que mañana sentirán su ausencia en
lo profundo.
A la buena de un Dios (22)
Poesía callejera como ars vivendi
Sólo el que vive en libertad a la intemperie camina en
la verdad
Muñoz Alonso
Paradójicamente,
la calle no puede ser un escondite, pero sí un refugio. Su terrible encanto
sedujo a algunos de los nuestros, los más valientes tal vez, que se atrevieron
a vivir como dijeron que vivían, y fueron libres de los convencionalismos
sociales hasta que sus cuerpos y mentes decidieron sus destinos. Es así como
las calles tequeñas tienen las huellas de artistas como Héctor Enrique Díaz,
José Ignacio Robles, Ulises Materano, Jaime Betancourt y Franklin Trómpiz…
todos ellos escribieron y dibujaron su asfalto, y todos ellos partieron en
consonancia con su vivir de acera y plaza, acompañados de su soledad.
Dice
Muñoz Alonso: “Al hombre la libertad le rehace y le deshace. El deshacerse que
el hombre padece en gracia de la libertad no supone, sin más, una depauperación
del hombre, sino que puede representar una liberación de lo falaz que haya en
el hombre” (23).
En la poesía de Trómpiz podemos palpar cómo el poeta
asume la calle como máscara dramática para cantar su orfandad y su desencanto (Mi
vida fue una carreta donde cargaron todas las culpas todas), un modo de ser
que ha abandonado toda aspiración épica, cuyo devenir no es el devenir
acumulativo del vivir para tener, sino un vivir en la cuerda floja para
seguir perdiendo; esa cotidianidad que, permanentemente, se detiene en la
falta, en la grieta que es parte de la experiencia vital, (Firme como este
sol a veces pálido/ borracho, herido/ un sibarita exhausto/ esperando la hora)
pero que no deja de cantarle al asombro: una imagen enorme se posa/ engendra
un útero/ y nace una bandera de aves blondas eternas.
Franklin
es el poeta de la perplejidad en medio de la ruina diaria de palabras que
tienen el sabor melancólico de las cosas rotas, celador del concreto, guardián
de la intemperie, conoce la precariedad del fragmento y se sabe dueño de un
descarnado desamparo (el desamparo es mío, dirá en un verso) con cuyo
rigor construye un idioma único que se reencuentra con los trazos oniristas de
su primera poesía, y los suelta convertidos en balbuceos que también son mudez:
La calle es muda con su mueca desanda/ es muda con su mueca es arma/ es arma
con su muda mueca/ y sin embargo te ama/ calla Sibila calla/ la calle te
medusa/ hecha silencio.
Su
inconformidad es detonante per sé para la experimentación poética que
llega a su máxima expresión en la recreación de voces ancestrales: Teque, maya,
yoruba, arawaka… son los orishas, su bongó y su bembé culele yu cuñe… su
canaímo hablando de una identidad arrasada por el tiempo. Pero, en su
decir… ¿Qué importa en cuánto tiempo cayó este continente?¿Qué importan, en
fin, quinientos años si no hay nada que hacer? Franklin sospecha de todos,
tal vez por eso desbarata toda solemnidad y cuestiona la palabra asumida como
centro de verdades absolutas: (Las Neblinas más altas. 1992:27)
Digo:
es necesario habitar el espacio,
sin
hundirlo ni exaltarlo.
Chapoteamos
sobre ilusos
Cantos
enajenados, complacientes.
Navegamos
en las pacíficas
aguas
de lo nombrado
Qué
fácil pues
y
qué pueril la ruta.
Descorcha
el vino de tu propia vendimia
Escucha
la lluvia cuando se evapora,
Pálpala;
verás que no está húmeda.
No
llores, no seas como los demás
que
no saben dónde crecen los ríos
ni
cómo les sonríen a las piedras.
Transforma
en trabajo el ocio,
escribe,
garabatea; alguien escuchará.
Será
suficiente
La
poesía de Trómpiz tiene fe en las acepciones libres que visten sus estilos
personales de representación. Sus versos van quedando tan desamparados como él.
Lo único que le queda es su palabra desnuda, parafraseando a Martínez Sancho: Culpable
de omisión/ pero fue invicto/ y comenzó a soñar/ como un poeta, pero ese
sueño lo sueña sin lamentos desde la calle, asumiendo su derrota como dimensión
del Ser: Deambulamos a veces/ con el cojo/ con la sarna/ con garra/
Deambulamos/ deambulamos/ a veces/ con birunga/ ebrios/ furiosos/ hartos/
deambulamos…
Epílogo
La guarura en su regazo (24)
Cada ciudad puede ser otra cuando el amor la
transfigura
cada ciudad puede ser tantas como amorosos la
recorren
Mario Benedetti
Franklin
enciende un cigarrillo. Está cansado. Se dirige a su colchón esquivando la
basura del suelo. Es la madrugada del sábado 22 de julio de 2017. Le duele la
cabeza. No se siente bien desde hace varios días…sus coyunturas chasquean
cuando se agacha para echarse en el inmundo colchón donde duerme. El frío de
Los Teques se cuela por las ventanas. El silencio de la calle solo es
perturbado por las voces que insisten en beberse el amanecer. De nuevo las
ganas de fumar lo hacen hurgar sus pantalones hasta encontrar un cabo de
cigarro. Aspira con fruición. El humo se disipa en la niebla. Vuelve a dormir…
Está
viejo y delgado. Tiene 65 años, pero aparenta más. Darío es el primero en darse
cuenta… De todas formas, no esperaba llegar tan lejos, es escritor: es uno de
los poetas underground de nuestro pueblo…
Mientras
el barullo se apodera del lugar, Franklin mira los vasos llenos de colillas. Se
acuerda de su ex mujer, de sus amigos muertos, ahora allí, dándole la
bienvenida. Franklin ríe y abre la nevera. No quedan cervezas. No recuerda si
fue ayer que estuvo en el hospital con sus terribles dolores, pero sí que lleva
toda la vida escribiendo, también con sus terribles dolores. Piensa en el éxito
que nunca alcanzó y se alegra de ello ¿de qué iba a escribir si lo hubiese
tenido?
Cuando
llegan a buscar su cuerpo, se marcha con parsimonia y se sienta junto a él.
Enciende un cigarrillo y el humo sube por detrás de sus pasos. No le es fácil
despedirse del envoltorio, pero se siente renovado, se siente bien. Estaba
siendo un buen día después de todo. Los carros suben por la calle Miranda rumbo
a ninguna parte. A las 10:00 am suena el teléfono. Es Carmen. Su voz llorosa me
indica que nadie sabe dónde está. Franklin está escribiendo. Esa noche, bebimos
juntos en su esquina de siempre hasta que el Pueblo todo lo lloró como él lo
quiso: con niebla
Yurimia
Boscán
Mayo
2019
1 Trómpiz, Franklin. 1992. Las
neblinas más altas. (Verso inicial del poema de la pág. 31) Ediciones de la
Alcaldía de Los Salias. San Antonio de los Altos.
2 Semanario Miranda, El
expreso de Los Teques, Avance, La Región, Impacto, Somos Guaicaipuro, así como
en las revistas Lanterios y Crosogramas, Trapos y Helechos, Revista de
literatura y arte Ateneo de Los Teques y la ya mencionada revista Renacimiento,
de la que fue director/editor
3 Flores Hermes. Zoom a la poesía de
Trómpiz. 2017 (material inédito)
4 Piney Manuel. (2017) Ha muerto un
culto.
5 Trómpiz, Franklin. 1992. Las
neblinas más altas. (Último verso del poema de la pág. 13) Ediciones de la
Alcaldía de Los Salias. San Antonio de los Altos
6 De Niebla fronteriza, El Gaviero
Ediciones, 2015; Harpo Libros, 2018
7 Los Poetas de Los Teques (1991)
Colección Ateneo de Los Teques Nº 7. (p. 83) Los Teques
8 Algunos de estos poemas están incluidos en
la Revista Literaria Renacimiento, de la cual Trómpiz era director. Este
tomo de la revista (Nº 1), que cuenta con ilustraciones de Héctor Enrique Díaz
y una portada a cargo de Carlos Trejo, es una suerte de antología donde los
poemas de Franklin aparecen en unidades que reúnen dos o tres de los textos
breves aparecidos en los plaquettes. No podemos definir cuál versión fue
publicada primero, pero sí corroborar su carácter de poemas cortos, pues en la
antología Los poetas de Los Teques (1990:77) publicada por el Ateneo de
Los Teques (Colección Ateneo de Los Teques Nº 7) están algunos poemas de este
plaquette en su versión de poemas cortos.
9 Pacheco Rodolfo. (2014) Revista
Momento. Sección Detalles de Puebla. Artículo: Puebla le debe un homenaje al
cronista Salazar Monroy (Pág. 18) En: http://diariomomento.com/revista/source/1472.pdf
10 https://www.prensalibre.com/vida/escenario/el-fue-humberto-akabal-y-su-legado-a-la-literatura/
11 https://www.isliada.org/poetas/otto-raul-gonzalez/
12 Once escritores venezolanos (1995).
Selección y notas a cargo de Rivero Emilcen. Ediciones Matanzas. Matanzas
13 El genio artesano de Hokusai (2018) en el
blog Llamingosan. En: http://llamingosan-samaniego.blogspot.com/2018/04/el-genio-artesano-de-hokusai.html
14 Martínez Tomás. El Rey ha muerto.
Larga vida a sus poemas. (2017) Ensayo sobre la obra de Francisco del Rey
Trómpiz.
15 Pacheco Andrés Athilano (1957) Carta
Manifiesto. El Onirismo. Publicada en la Revista Renacimiento Nº 2 año
1986. Caracas.
16 Huidobro Vicente. Poema:
Arte Poética. En: https://www.vicentehuidobro.uchile.cl/poema6.htm.
17 La Generación Beat fue un
grupo rebelde, contestatario, provocador, libre e ilustrado, que trabajó en
busca de una “contracultura” para causar choque o conmoción dentro del
“establishment” norteamericano. Tiene su origen en la expresión beat down, que
significa ‘cansado’, ‘abatido’ o ‘desanimado’. En: http://caracteristicas.org/caracteristicas-generacion-beat/
18 Trómpiz F. (2014) Los rigores del
desamparo. (inédito)
19 El concepto de Verlaine fue en parte
tomado del poema de Charles Baudelaire llamado Bendición, que inicia su libro
Las flores del mal. En: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Los_poetas_malditos
20 El Romanticismo fue una manifestación
literaria sujeta a esteticismos que se oponían plenamente a los planteamientos
cosmopolitas y extremistas de la Ilustración francesa. En: https://www.lifeder.com/romanticismo-literario/
21
Almeida Manuel. El llanto de las callejuelas o los desamparos de la ciudad
por la partida de un parquero del Studio 54. Crónica publicada en el
Semanario Somos Guaicaipuro Nº 59. Año 2017
22 Trómpiz F. Los rigores del
desamparo (Inédito) Verso inicial del poema 5.
23 Nin de Cardona José. (1973) Filosofía a la
intemperie. Artículo incluido en la Revista de Estudios Políticos, Nº 189-190,
págs. 201-216. En: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1710402
24 Trómpiz F. Los rigores del desamparo. (Inédito) Últimos versos del poema 12.
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