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Una aproximación a la poética de Franklin Trómpiz



Yurimia Boscán (29/05/2019)

Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo.
José Ángel Valente
A modo de esperanza

Cuando la vida nos emplaza a conversar sobre la obra poética de un escritor, quien, además, fue la primera persona que vio en mí la semilla de la poesía, no nos queda más que aceptar que, definitivamente, la vida es una eterna relación entre causa y efecto, pues las conexiones que se entretejen tocan y salvan todas las distancias entre los seres humanos, aunque éstos ya no habiten este plano.

Es para mí un honor aproximarme a la obra literaria de Francisco del Rey Trómpiz, nuestro querido Franklin, la cual se caracteriza por la extraordinaria fuerza poética de una voz que rezuma tequeñidad y coloca al terruño vital en la cartografía de lo imperecedero. Conozcamos, pues, al poeta…

Atado al árbol de la tarde (1)

La niebla lo invade todo.
Este cuarto que no eligió, este mundo que no es el suyo
y estos ojos desconocidos que la miran, que la buscan y que aseguran conocerla.
Tabaré Cardozo

Franklin nace en Los Teques el 25 de octubre de 1953. Estudia primaria en el colegio San Felipe Nery y secundaria en el liceo Francisco de Miranda. Pertenece a una familia de artistas, lo que abona su intelecto y sensibilidad para las artes que cultiva a lo largo de su vida: la poesía, la crítica literaria, la crónica, la pintura, la escultura, el teatro y la radio, entre otras, las cuales tributan a la construcción de ese hombre que comienza la búsqueda de sí mismo por caminos más que cosmopolitas: Estudia Arte en Manhattan. En el día trabaja como mesero y en las noches, es parquero en la famosa discoteca Studio 54. A pesar de la vorágine de aquel Norte donde se mueve a sus anchas como actor, modelo y pintor, Franklin no olvida los rojizos diciembres cubiertos de capines de su pueblo natal… y a él regresa, sin ninguna nostalgia por dejar atrás la capital del mundo.

A su vuelta, descubre su vocación de cronista y ejerce con maestría el periodismo cultural. Durante años escribe las reseñas de los incipientes artistas de la zona. Él mismo deja constancia de este hecho en el prólogo que escribe a propósito de la publicación del Nº 2 de su revista Renacimiento (1986:5):

“En cualquier caso, la actividad artística de la ciudad es constante, madura y muy bien encausada. Venezuela ha sido muy dura con sus artistas jóvenes, bien por el riesgo que supone su producción o tal vez por la actitud monopólica de algunos sectores de la cultura nacional. Algún tiempo me llevó y por qué no, parte de mi existencia, publicar este breve trabajo que pretende agrupar, aunque no en su totalidad, la producción de los artistas de la ciudad (…) Renacimiento vuelve a la calle; esta vez con trabajos de ensayo, poesía y algunas traducciones, tratando en lo posible de liberar del anonimato la actividad creadora de mis coetáneos”.

Además de su invaluable trabajo como compilador de un presente que se encargó como ninguno de preservar para las nuevas generaciones, Franklin hace crítica literaria y reportajes sobre arte en periódicos locales ya desaparecidos (2). Queda la tarea de recopilar este trabajo disperso.

Su ámbito de vida se concentra en los callejones, plazas, esquinas, cafés y bares de las calles de El Pueblo, con sus sempiternas historias donde él, literalmente, es el Rey: Franklin deambula libremente los días y las noches en perfecta armonía con su condición de calle, tal como lo expresa el escritor Hermes Flores (3):

“Evocarlo es escuchar poemas y canciones en el Lamas, la Casa de la Cultura y el Metropol; ver nuevamente los rostros vivaces de los pintores en el Taller Juan Lovera con el maestro Edgar Corrales al frente; la bohemia de Heliseo Naranjo y otros tantos en el Grupo de Teatro Foro 5, la palabra desafiante y soñadora de Héctor Enrique Díaz, los gallos de Ulises Materano, la paleta orientadora de Benito Chapellín, el verso perspicaz de Gilberto Gil. (…) Es vivir nuevamente la lujuria de los poetas malditos, junto a Jaime Betancourt y los vándalos… Es vivir al poeta en su máxima expresión…”.

Su tiempo, que administra a sus anchas lejos de horarios y rutinas, lo dedica a crear y a darle vida a instituciones como la Asociación de Artistas Plásticos de Miranda (Avap) y la Asociación de Escritores de Miranda. Forma parte de la Escuela de Poesía de Caracas, llena con su potente voz el espacio hertziano de los Altos, inicialmente desde Radio Miranda, y luego desde las emisoras comunitarias Yapuraquí y La Voz de Guaicaipuro, donde da rienda suelta a sus inquebrantables convicciones sociales con su programa Quijotadas.

Es un artista integral: editor, curador, locutor y un empedernido lector. Pinta, dibuja, esculpe (es Premio Municipal de Escultura en 1989) y se pasea con fluidez por todos los géneros literarios mientras fuma y bebe a mansalva. No obstante, por sobre todas las cosas, Franklin es un enamorado de la vida… Ama profundamente a su abuela materna, a su pueblo, a sus amigos vándalos, y a la poesía, su más versátil y fiel amante… No en vano, el artista plástico Manuel Piney lo señala como “el hombre más culto de nuestra generación” (4).

La ebriedad pasajera (5)

El olvido no puede deshacer las palabras
que dividen la distancia entre la niebla y la llanura.
Hasier Larretxea (6)

La obra poética de Franklin Trómpiz posee las cualidades que caracterizan a los buenos perfumes: está hecha de misturas que la hacen única, va directamente a los sentidos, y su brevedad es proporcional a su calidad.

En orden de aparición –no siempre publicada-, su obra poética es la siguiente:

1. Las golondrinas de arena (1981) conjunto de siete poemas aparecidos en una publicación tipo plaquette a cargo del Departamento de Extensión Cultural de la Dirección de Educación y Cultura de la Gobernación de Miranda (Ediciones Casa de la Cultura de Los Teques).

2. El canto de la sirena (1983) cuyo texto se incorporó en 1991 a la antología Los Poetas de Los Teques (7), de la colección Ateneo de Los Teques.

3. Un lunar y diez lunarios de Soraima en pose y don: Plaquette doble (S/F) con 16 poemas, ilustrado por Francisco Ezeiza y el autor. Publicado por el Consejo Municipal del Distrito Guaicaipuro de Miranda (8).

4. Las neblinas más altas (1992) Libro con 19 poemas, publicado por la Alcaldía de Los Salias con ilustraciones del autor.

5. Los rigores del desamparo (2014) libro de poesía que obtiene una mención honorífica en el Concurso Municipal de Literatura Cecilio Acosta, Mención Poesía 2014. Cuenta con 21 poemas cuyo manuscrito tiene una suerte de subtítulo que reza “2 de noviembre de 2014, Día de los muertos”.

Este poemario está dedicado a: Melitón Salazar, un importante cronista de la ciudad de Puebla nacido en 1899 (9); a Humberto Ak´abal (1952-2019) reconocido poeta y escritor guatemalteco, que escribía sus poemas en lengua maya quiché y luego traducía al español (10), y a Otto-Raúl González (1921-2007) poeta guatemalteco/mexicano, dedicado a exaltar las raíces indígenas y la gesta libertaria de los pueblos latinoamericanos (11).

6. Poemas aparecidos en revistas literarias como Trapos y Helechos; Revista literaria del Ateneo de Los Teques, y Renacimiento, entre otras, así como en las antologías: Los poetas de Los Teques, ya mencionada; La antología Once escritores venezolanos (12). Breve antología de la poesía y la narrativa mirandinas (1995) publicada en Cuba.

7. Los textos sueltos que me fueron confiados por él en sus últimos tiempos, transcritos -con su ayuda- del manuscrito hecho en servilletas por el poeta en el año 2015. Los he llamado Homenaje a Hokusai, por estar dedicados a este pintor japonés nacido en Tokio en 1760 (13).

En la obra poética de Trómpiz pueden identificarse diferentes momentos, vislumbrados y descritos por estudiosos de su obra, como el escritor Tomás Martínez Sancho (14), quien enuncia las características de la voz escrituraria del poeta a partir de la forma y estructura de sus versos, tomando la intemperie y el desamparo como eje problemático y tensional común a las distintas épocas de su poesía: Primera época: Intemperie como distancia de la amada y soledad; segunda época: La intemperie en un mundo hostil y excluyente, y tercera época: Intemperie existencial, junto a la horda pájara.

No obstante, solo me detendré en este aspecto para señalar que al igual que el desamparo, los demás tópicos de su poesía (ciudad, calle, niebla, conciencia histórica, soledad, amor, niñez y desarraigo, por decir lo menos) son también hilos conductores que se imbrican en el mundo literario del poeta a lo largo de su vida.

Empecemos por la Escuela de Poesía de Caracas, de la que es miembro.
La Escuela de Poesía de Caracas nace en 1976 de la mano de Andrés Athilano Pacheco (otro poeta nuestro) con la llamada Poesía Experimental. Su “estética resulta de la combinación del dramatismo y el simbolismo oníricos, haciéndose unidad en el cuerpo del poema con el pensamiento inconsciente expresado tal y como se sueña” (15). Es poesía onirista (Oneiro: sueño/ odé: canto) y su asunto único pretende ser el amor sexual “porque generalmente el amor sexual es la oníroda” (ibídem: 17).

En la estructura poética de las onírodas, el signo lingüístico se trasmuta y se metamorfosea en símbolo onírico con un ritmo fónico que viene dado por los acentos de las palabras y la propia estructura del poema, cuya forma deviene en asociaciones arbitrarias que resemantizan el sentido de las palabras, las cuales, a su vez, funcionan como una suerte de caligramas, donde fonemas y grafemas juegan en el espacio de la hoja en blanco y son parte del universo sensorial del poeta, ese pequeño dios, al decir de Huidobro (16), capaz de crear metáforas insólitas con la yuxtaposición de sus estados de ánimo, puntuadas ocasionalmente por lo cacofónico.

Veamos el Poema DE eva-M, tomado de la Revista Renacimiento (ibídem: 22): 6

POEMA DE eva –M

Fue una de las tantas EVAS-M
        con su SEXO-BOINA

Sueños en los calcetines
desangrando palabras
reventando tristuras
               buscando
                           alfas-vidas
                                                    ERA de libros A
                                                              poesía M
                                                         revolución O
                                                                  sexo R
No estar perdida
                         escoba
                         ceBOLLAS
                         polvo
                         la hora

Rutina
                                   NO HAY COMPRENSIÓN EVA-M
hombres
Se perdió con el Gran Muro en el cuerpo

                           Merbel Torres
                          (Miembro Titular de la Escuela de Poesía de Caracas)
Mujer oro
    mujer nácar
       rubí mujer
          te amo azul

Son innumerables los ejemplos que podrían acercarnos al mundo onirista de Trómpiz, pero solo mencionaré algunos versos del plaquette Un lunar y diez lunarios de Soraima en pose y don, para ilustrar sus características como poesía críptica: Gotas de mimbre, mito en los gerundios del objeto, vitral alondra. Como poesía preciosista: molinos de topacio; ventanas blondas; cenefas rondas. Como poesía culta y de abundantes referentes: Galatea, Minerva, Poseidón…y como poesía llena de asociaciones lúdicas que usa la palabra como entidad maleable: Soraima en los mares de mi alcázar, hebras de la azul mito-manía, mirlos teje-cielo

Sin embargo, en esta época inicial, el poeta ya asoma su irreverencia y se rebela contra la esencia erótica del onirodismo como único tema. Trómpiz incorpora a su hacer poético los elementos que luego florecerán en toda su poesía: la niñez, las casas de bahareque, los solares, la abuela, los almendrones, los helechos, las guamas, los samanes, el capín melao, el yagrumo, la niebla/neblina de sus Teques natal, su preocupación por la palabra, su búsqueda histórica de lo que somos, su reverencia por lo autóctono y lo telúrico, su afán de justicia social y su sempiterna soledad.

Veamos ejemplos de ello:

Arada en la niñez
                                    la sordidez del mundo
nací sobre los fósiles
                                   de un abolido reino
emulando sus caras
                                   la tragedia de antaño
confiado en el futuro
                                     mutilando el ocaso
óyense en los ríos
                                  los gritos de Canaima
............................................
La marejada
                      está quebrada
La lluvia
                      enloquece las matas
Los pájaros
                      cantan de la ausencia
se moja la quietud
                      de aquel Capín
………………………………………………
Contrito en el pronombre
                                          las arenas
¡Oh! mito en los gerundios
                                          del objeto
azogue que se funde
                                        en los aleros
quebrantos en la mitra
                                        en las sílabas
………………………………………………..
Atravesaba el patio
                                   un almendrón ya ciego
Debajo del yagrumo
                                   los fangosos solares
El bahareque antiguo
                                   sus medidas endebles
Afuera en las ventanas
                                   el dolor de las guamas
Se arregla a sus botones
                                   mi infancia de sus ramas

La poiesis de Francisco del Rey no tiene molde, es genuinamente tequeña; no obstante, dentro de su condición de poesía con hábitat propio (no importa si aquí en Los Teques, resistimos un poco) su palabra poética posee una marcada prominencia UNIVERSAL: 8

1. Franklin es un inconforme como lo fueron los poetas de la llamada Generación Beat (17): su condición de “abatido” se emparenta con el uso de técnicas experimentales para desestructurar un lenguaje, ese lenguaje blande como arma de transgresión: Mi vida/ fue/ una carreta/ donde/ cargaron/ todas las culpas/ todas/ todos me abandonaron/ todos// Ahora/ los abandono/ a ustedes (18).

O este otro:

Sativa con tu canto
lo que yo aprendí
en el XX
Bandera del 23 bandera
Antoine contó novela
de su tiempo que inmensa
era rapé la historia
como el alcohol impura
la coca cola mínima
la diáspora convexa
cóncavo el Padre Nuestro

La trasgresión del poeta es más que expresa: en los 4 versos iniciales emula un canto escolar (La Chipola): Digo con mi canto (sativa con tu canto) lo que yo aprendí en la escuela (lo que yo aprendí en el XX) bandera de Venezuela (bandera del 23 bandera) que diluye luego con otros referentes: Antoine ¿Antoine de Saint-Exupéry?; rapé (tabaco que se aspira); alcohol, coca cola (en un ritmo que nos hace pensar en la cocaína), la diáspora convexa y un Padre Nuestro cóncavo.

2. Es un maldito porque, siguiendo a Verlaine (19), el malditismo se usaba para adjetivar a poetas, escritores o artistas plásticos que, más allá de su genio y talento, terminaban siendo incomprendidos por su generación y no lograban alcanzar el éxito en vida, pues con su disipada y bohemia manera de vivir, desafiaban las normas sociales preestablecidas: Yo me gano/ la locha/ en la partida/ truco, ajiley/ animalitos/ Yo me estiro/ y sucumbo/ en las cantinas…

3. Además, es un romántico (20), por cuanto su estética literaria rechaza el avance sin cuartel de un mundo avasallante, tal como en su momento lo hacen los autores europeos de finales del siglo 18 y principios del 19 para contrarrestar el capitalismo generado por la Revolución Industrial: El cocuyo se apaga/ amén de la tristeza/ y un fulgor/ deslumbrante/ se posa y cubre/ mi frente amplia/ Y el desamparo entonces/ eleva su torre inmensa/ le habla a un dios/ cognoscible/ enorme, sabio, eterno/ después estalla/ un llanto/ del tamaño/ del mundo/ Qué pequeño/ es el hombre…

Es así como la poesía de Trómpiz gira en su propia esfera y de allí se derrama en las calles y las noches de su ciudad-pueblo convertida en escenario y motor de lo poético. Nadie podría decirlo mejor que el cronista Manuel Almeida en su escrito El llanto de las callejuelas (21):

Suya fue la noche y nadie lo supo, suyo fue el arte y nadie lo supo, dominó con maestría las dimensiones literarias de una servilleta y cada poema fue como sus insultos en medio de las borracheras: duros, concisos, estremecedores, honestos.
Sus últimos años pasaron en el descubrimiento profundo del dolor de las calles, sintiendo en carne propia los rigores del desamparo y advirtiendo a los transeúntes los estragos del olvido, batallándole a la vida tiempo para los trazos, reclamando la memoria de los otros, esperando que aquellos cumplieran con las promesas hechas a alguien que, ahora lo sé, sabía la inminencia del fin de su tránsito por las callejuelas que tanto amó, de los vericuetos que lo recibieron hace tiempo, que hoy lo lloran y que mañana sentirán su ausencia en lo profundo.

A la buena de un Dios (22)
Poesía callejera como ars vivendi

Sólo el que vive en libertad a la intemperie camina en la verdad
Muñoz Alonso

Paradójicamente, la calle no puede ser un escondite, pero sí un refugio. Su terrible encanto sedujo a algunos de los nuestros, los más valientes tal vez, que se atrevieron a vivir como dijeron que vivían, y fueron libres de los convencionalismos sociales hasta que sus cuerpos y mentes decidieron sus destinos. Es así como las calles tequeñas tienen las huellas de artistas como Héctor Enrique Díaz, José Ignacio Robles, Ulises Materano, Jaime Betancourt y Franklin Trómpiz… todos ellos escribieron y dibujaron su asfalto, y todos ellos partieron en consonancia con su vivir de acera y plaza, acompañados de su soledad.

Dice Muñoz Alonso: “Al hombre la libertad le rehace y le deshace. El deshacerse que el hombre padece en gracia de la libertad no supone, sin más, una depauperación del hombre, sino que puede representar una liberación de lo falaz que haya en el hombre” (23).
En la poesía de Trómpiz podemos palpar cómo el poeta asume la calle como máscara dramática para cantar su orfandad y su desencanto (Mi vida fue una carreta donde cargaron todas las culpas todas), un modo de ser que ha abandonado toda aspiración épica, cuyo devenir no es el devenir acumulativo del vivir para tener, sino un vivir en la cuerda floja para seguir perdiendo; esa cotidianidad que, permanentemente, se detiene en la falta, en la grieta que es parte de la experiencia vital, (Firme como este sol a veces pálido/ borracho, herido/ un sibarita exhausto/ esperando la hora) pero que no deja de cantarle al asombro: una imagen enorme se posa/ engendra un útero/ y nace una bandera de aves blondas eternas.

Franklin es el poeta de la perplejidad en medio de la ruina diaria de palabras que tienen el sabor melancólico de las cosas rotas, celador del concreto, guardián de la intemperie, conoce la precariedad del fragmento y se sabe dueño de un descarnado desamparo (el desamparo es mío, dirá en un verso) con cuyo rigor construye un idioma único que se reencuentra con los trazos oniristas de su primera poesía, y los suelta convertidos en balbuceos que también son mudez: La calle es muda con su mueca desanda/ es muda con su mueca es arma/ es arma con su muda mueca/ y sin embargo te ama/ calla Sibila calla/ la calle te medusa/ hecha silencio.

Su inconformidad es detonante per sé para la experimentación poética que llega a su máxima expresión en la recreación de voces ancestrales: Teque, maya, yoruba, arawaka… son los orishas, su bongó y su bembé culele yu cuñe… su canaímo hablando de una identidad arrasada por el tiempo. Pero, en su decir… ¿Qué importa en cuánto tiempo cayó este continente?¿Qué importan, en fin, quinientos años si no hay nada que hacer? Franklin sospecha de todos, tal vez por eso desbarata toda solemnidad y cuestiona la palabra asumida como centro de verdades absolutas: (Las Neblinas más altas. 1992:27)

Digo: es necesario habitar el espacio,
sin hundirlo ni exaltarlo.
Chapoteamos sobre ilusos
Cantos enajenados, complacientes.
Navegamos en las pacíficas
aguas de lo nombrado
Qué fácil pues
y qué pueril la ruta.
Descorcha el vino de tu propia vendimia
Escucha la lluvia cuando se evapora,
Pálpala; verás que no está húmeda.
No llores, no seas como los demás
que no saben dónde crecen los ríos
ni cómo les sonríen a las piedras.
Transforma en trabajo el ocio,
escribe, garabatea; alguien escuchará.
Será suficiente

La poesía de Trómpiz tiene fe en las acepciones libres que visten sus estilos personales de representación. Sus versos van quedando tan desamparados como él. Lo único que le queda es su palabra desnuda, parafraseando a Martínez Sancho: Culpable de omisión/ pero fue invicto/ y comenzó a soñar/ como un poeta, pero ese sueño lo sueña sin lamentos desde la calle, asumiendo su derrota como dimensión del Ser: Deambulamos a veces/ con el cojo/ con la sarna/ con garra/ Deambulamos/ deambulamos/ a veces/ con birunga/ ebrios/ furiosos/ hartos/ deambulamos

Epílogo
La guarura en su regazo (24)

Cada ciudad puede ser otra cuando el amor la transfigura
cada ciudad puede ser tantas como amorosos la recorren
Mario Benedetti

Franklin enciende un cigarrillo. Está cansado. Se dirige a su colchón esquivando la basura del suelo. Es la madrugada del sábado 22 de julio de 2017. Le duele la cabeza. No se siente bien desde hace varios días…sus coyunturas chasquean cuando se agacha para echarse en el inmundo colchón donde duerme. El frío de Los Teques se cuela por las ventanas. El silencio de la calle solo es perturbado por las voces que insisten en beberse el amanecer. De nuevo las ganas de fumar lo hacen hurgar sus pantalones hasta encontrar un cabo de cigarro. Aspira con fruición. El humo se disipa en la niebla. Vuelve a dormir…

Está viejo y delgado. Tiene 65 años, pero aparenta más. Darío es el primero en darse cuenta… De todas formas, no esperaba llegar tan lejos, es escritor: es uno de los poetas underground de nuestro pueblo…

Mientras el barullo se apodera del lugar, Franklin mira los vasos llenos de colillas. Se acuerda de su ex mujer, de sus amigos muertos, ahora allí, dándole la bienvenida. Franklin ríe y abre la nevera. No quedan cervezas. No recuerda si fue ayer que estuvo en el hospital con sus terribles dolores, pero sí que lleva toda la vida escribiendo, también con sus terribles dolores. Piensa en el éxito que nunca alcanzó y se alegra de ello ¿de qué iba a escribir si lo hubiese tenido?

Cuando llegan a buscar su cuerpo, se marcha con parsimonia y se sienta junto a él. Enciende un cigarrillo y el humo sube por detrás de sus pasos. No le es fácil despedirse del envoltorio, pero se siente renovado, se siente bien. Estaba siendo un buen día después de todo. Los carros suben por la calle Miranda rumbo a ninguna parte. A las 10:00 am suena el teléfono. Es Carmen. Su voz llorosa me indica que nadie sabe dónde está. Franklin está escribiendo. Esa noche, bebimos juntos en su esquina de siempre hasta que el Pueblo todo lo lloró como él lo quiso: con niebla

Yurimia Boscán
Mayo 2019

1 Trómpiz, Franklin. 1992. Las neblinas más altas. (Verso inicial del poema de la pág. 31) Ediciones de la Alcaldía de Los Salias. San Antonio de los Altos.

2 Semanario Miranda, El expreso de Los Teques, Avance, La Región, Impacto, Somos Guaicaipuro, así como en las revistas Lanterios y Crosogramas, Trapos y Helechos, Revista de literatura y arte Ateneo de Los Teques y la ya mencionada revista Renacimiento, de la que fue director/editor

3 Flores Hermes. Zoom a la poesía de Trómpiz. 2017 (material inédito)

4 Piney Manuel. (2017) Ha muerto un culto.

5 Trómpiz, Franklin. 1992. Las neblinas más altas. (Último verso del poema de la pág. 13) Ediciones de la Alcaldía de Los Salias. San Antonio de los Altos

6 De Niebla fronteriza, El Gaviero Ediciones, 2015; Harpo Libros, 2018

7 Los Poetas de Los Teques (1991) Colección Ateneo de Los Teques Nº 7. (p. 83) Los Teques

8 Algunos de estos poemas están incluidos en la Revista Literaria Renacimiento, de la cual Trómpiz era director. Este tomo de la revista (Nº 1), que cuenta con ilustraciones de Héctor Enrique Díaz y una portada a cargo de Carlos Trejo, es una suerte de antología donde los poemas de Franklin aparecen en unidades que reúnen dos o tres de los textos breves aparecidos en los plaquettes. No podemos definir cuál versión fue publicada primero, pero sí corroborar su carácter de poemas cortos, pues en la antología Los poetas de Los Teques (1990:77) publicada por el Ateneo de Los Teques (Colección Ateneo de Los Teques Nº 7) están algunos poemas de este plaquette en su versión de poemas cortos.

9 Pacheco Rodolfo. (2014) Revista Momento. Sección Detalles de Puebla. Artículo: Puebla le debe un homenaje al cronista Salazar Monroy (Pág. 18) En: http://diariomomento.com/revista/source/1472.pdf

10 https://www.prensalibre.com/vida/escenario/el-fue-humberto-akabal-y-su-legado-a-la-literatura/

11 https://www.isliada.org/poetas/otto-raul-gonzalez/

12 Once escritores venezolanos (1995). Selección y notas a cargo de Rivero Emilcen. Ediciones Matanzas. Matanzas

13 El genio artesano de Hokusai (2018) en el blog Llamingosan. En: http://llamingosan-samaniego.blogspot.com/2018/04/el-genio-artesano-de-hokusai.html

14 Martínez Tomás. El Rey ha muerto. Larga vida a sus poemas. (2017) Ensayo sobre la obra de Francisco del Rey Trómpiz.

15 Pacheco Andrés Athilano (1957) Carta Manifiesto. El Onirismo. Publicada en la Revista Renacimiento Nº 2 año 1986. Caracas.

16 Huidobro Vicente. Poema: Arte Poética. En: https://www.vicentehuidobro.uchile.cl/poema6.htm.

17 La Generación Beat fue un grupo rebelde, contestatario, provocador, libre e ilustrado, que trabajó en busca de una “contracultura” para causar choque o conmoción dentro del “establishment” norteamericano. Tiene su origen en la expresión beat down, que significa ‘cansado’, ‘abatido’ o ‘desanimado’. En: http://caracteristicas.org/caracteristicas-generacion-beat/

18 Trómpiz F. (2014) Los rigores del desamparo. (inédito)

19 El concepto de Verlaine fue en parte tomado del poema de Charles Baudelaire llamado Bendición, que inicia su libro Las flores del mal. En: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Los_poetas_malditos

20 El Romanticismo fue una manifestación literaria sujeta a esteticismos que se oponían plenamente a los planteamientos cosmopolitas y extremistas de la Ilustración francesa. En: https://www.lifeder.com/romanticismo-literario/

21 Almeida Manuel. El llanto de las callejuelas o los desamparos de la ciudad por la partida de un parquero del Studio 54. Crónica publicada en el Semanario Somos Guaicaipuro Nº 59. Año 2017

22 Trómpiz F. Los rigores del desamparo (Inédito) Verso inicial del poema 5.

23 Nin de Cardona José. (1973) Filosofía a la intemperie. Artículo incluido en la Revista de Estudios Políticos, Nº 189-190, págs. 201-216. En: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1710402

24 Trómpiz F. Los rigores del desamparo. (Inédito) Últimos versos del poema 12.

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