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VENEZUELA: EL SILENCIO DEL 12 DE ABRIL DE 2002

Entonces yo pregunto por la noche. Qué silencio de luz.
Francisco Salazar Martínez (venezolano)
POEMA: SOL AMERICANO


AQUILES NAZOA

El poeta venezolano Aquiles Nazoa (quien dicho sea de paso, en este año 2020, está de centenario) dijo que para finales de los años 50 del siglo XX, los venezolanos y las venezolanas tenían el mejor manejo oral del idioma castellano de todo el Abya Yala, por sindéresis, fraseo, pronunciación, belleza, creatividad; y además veía con preocupación, cómo desde los años 60 esta bondad idiomática se estaba deteriorando.

Seguramente, la dichosa aseveración del poeta se debió en parte, al proceso político de luchas por alcanzar la democracia entre estas décadas, que significó un tránsito de repunte en las lecturas de la realidad, con énfasis en la formación política dialogante entre los grupos que pugnaban por los cambios y la sociedad plena; recordemos también que en Venezuela, desde el período de gobierno del general Isaías Medina Angarita  (1941-1945) se implantó el modelo de las Repúblicas Escolares que respondía a la llamada corriente mundial de la Escuela Nueva, y que colocó a este país entre los primeros con mayor nivel educativo de la región.

Es probable que la preocupación del poeta girara en torno al establecimiento de la IV República (1958) que estatizó al llamado Pacto de Punto Fijo, el cual trajo consigo, entre muchas calamidades, la represión social y política que invisibilizó a sangre y fuego las acciones populares, la merma de aquel nivel educativo ganado con esfuerzo de años, la imposición del silencio ante las manifestaciones de cualquier índole. Sin embargo, todo silencio impuesto por las hegemonías siempre ha sido respondido por el pueblo venezolano con la movilización y las acciones colectivas necesarias.

MIGUEL DE BURIA. REY AFRICANO EN TIERRAS VENEZOLANAS

Tal vez sea ese tránsito independentista que llevó a venezolanos y venezolanas desde Los Teques (1567) hasta Ayacucho (1824);  o ese volcán en erupción llamado Guerra Federal (1859) que hizo soñar a la negritud y a la indianidad con otro mundo de justicias; o aquel manifiesto de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) otra vez rebeldizado en 1962 para sembrar de guerrillas a las montañas venezolanas; o esa calle del 27 de febrero de 1989 -libre de manipulaciones- que empujó el tinglado podrido de la IV República al basurero de la historia; o tal vez sea la reunión de esos gritos eternos, libertarios, a voz en cuello, los que hacen que el venezolano sea el pueblo (bien o mal hablado) más salido y metido de la Pacha Mama.

En el diálogo diario, este pueblo hablador hasta entrada las madrugadas, pretende resolver los problemas del mundo o de toda persona en cualquier escalera o callejón o vagón de tren con una receta familiar y mágica. Esa palabra incesante, bullanguera, soñadora, cuyo silencio forzado por la represión ha llegado hasta el sacrificio y la muerte (si ha sido preciso) tiene, sin embargo, un silencio voluntario, políticamente lexical y conspirativo, expresivo hasta el supremo diálogo de los contextos en pugna; y sobre todo, este silencio del pueblo venezolano es socialmente muy poderoso y provocador de victorias.

EL PRELUDIO DE AQUEL SILENCIO

Desde el mismo momento en que el comandante Hugo Chávez Frías irrumpió en una rebelión de militares patriotas el 04 de febrero de 1992 en Caracas, Venezuela, los agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) del gobierno de los Estados Unidos (EEUU) comenzaron a seguirle los pasos para estropear su destino político. A esta grosera y forajida intromisión gringa la comenzó a seguir el silencio del pueblo venezolano. Ese silencio, insistimos: poderoso, medraba en las aguas turbulentas de un estupendo proceso socio político que tuvo el importante punto de inflexión en la victoria electoral del comandante Chávez en 1998, el cual abrió mucho más los apetitos intervencionistas de los gringos.

Luego de la llamada vaguada de Vargas del año 1999 que marcó trágica y geológicamente el momento del proceso constituyente, rabiando por la nueva Constitución, la oligarquía y sus aliados gringos desataron sobre la gestión del Presidente Chávez, sobre el proceso político que se desplegaba y contra el pueblo venezolano una feroz conspiración que tenía en la campaña de descrédito su táctica metódica. En el hacer diario del pueblo que se sumaba al proceso bolivariano, levantando una voz por cuarenta años ahogada, un poderoso silencio hacía seguimiento a la intrincada trama mercenaria hasta el punto de que en plazas de pueblos se decían frases como: "El presidente Chávez está mal rodeado", "De Miraflores no han salido los burgueses" y la clásica y procaz frase de la política barrial: "vamos pa'un peo". Así como la CIA estaba montada sobre el desprestigio de los Círculos Bolivarianos y del Presidente Chávez, el silencio del pueblo hablaba de una conspiración en marcha, planificada por los ricos.

MONUMENTO HEROES Y HEROINAS DE PUENTE YAGUNO

Sectores de las clases medias adversos al gobierno tomaron las calles, se sumaron los dueños de los medios de comunicación privados con un lenguaje agresivo, tergiversador, manipulador, y con propagandas televisivas subliminales como las camisas KAE y la marca de una mayonesa donde una niña decía "FALTA POCO". Los años 2000 y 2001 fueron de intensa movilización reaccionaria, en los cuales se preparó el artero asalto de abril 2002 que tuvo la participación decisiva del alto mando militar: herederos de la doctrina de la Escuela de las Américas gringa. Mientras al presidente Hugo Chávez se le percibía cercado en medio de la macolla mercenaria, el pueblo movía su silencio mirando la ofídica monserga de los empresarios, santiguada por la cúpula de la Conferencia Episcopal.

Casi en desespero, amas de casa, obreros, estudiantes, militantes del movimiento popular, hablaban con su silencio de que "al Presidente lo querían tumbar", mientras en el gobierno todo transcurría en una helada normalidad; muestra de ello era el canal televisivo del Estado (VTV), esmerado sólo en presentar programas astrológicos y de cocina. Entonces, sectores populares se llamaron hasta Puente Yaguno en Caracas el día 11 de abril de 2002, cuando el instinto político colectivo y la inteligencia popular se dijeron que el golpe de estado se materializaría aquel día.

PUENTE YAGUNO

La componenda incluía una marcha masiva desde la sede de PDVSA Chuao que sería desviada hacia el Palacio de Miraflores, la participación de mercenarios y francotiradores para asesinar personas en la calle y así culpar a los Círculos Bolivarianos, la complicidad de sectores de la Guardia Nacional y de toda la Policía Metropolitana como fuerza de choque, un pronunciamiento del alto mando militar complotado, el secuestro del Presidente Hugo Chávez y la escena usurpadora en Miraflores tomada por la oligarquía. Todo esto se consumó casi a la perfección. Entre penumbras y sombras, una escena de los canales de televisión mostraba a un grupo de militares que rodeaban a quien se presumía era el presidente Chávez conducido a un secuestro en incertidumbre. Con la matriz mediática que difundía la mentira de que el Presidente había firmado la renuncia llegó la noche y con ella el inicio del poderoso silencio del pueblo venezolano.

EL COMIENZO DE UN SILENCIO HISTÓRICO

LIVIA GOUVERNEUR HEROINA DEL PUEBLO VENEZOLANO

Sabemos que la noche tiende al silencio. La penumbra, la negrura de las calles, la merma automotora, la ausencia de gente llaman al silencio propicio para el descanso, el sueño, el odio o el amor, sin embargo, la madrugada del día 12 de abril de 2002 fue la muestra de un impresionante silencio. Callaba el sol que asomaba desde el cerro Guaraira lleno de columbradas luces. Callaban las aceras y calzadas que el día anterior hicieron de Caracas sitio de conspiraciones y lucha de clases. Callaban los pocos automóviles que pasaban como en cuclillas bordeando la soledad. Callaban las casas donde se reunían alegres, quienes favorecían a la mercenaria conspiración y callaban también quienes aguantaban aquel despecho político luego del secuestro perpetrado.

Callaban los edificios institucionales a la espera de los nuevos gobernantes que vendrían con la represión cuarta republicana. Callaban los históricos cerros de Caracas, protagonistas del Sacudón de 1989 con un silencio que estremecía el vuelo de los pájaros y los débiles ecos del día. Callaban las carreteras de la patria, pueblo adentro. Callaban las reses de los campos, los peces de los ríos, las chicharras de los árboles, los perros de los ranchos. Callaban las costas de golfo a golfo y todo el Mar Caribe también callaba con un silencio que viajaba en las noticias internacionales donde se destacaban las hazañas mercenarias de la oligarquía. Callaba el ondear del tricolor en su mástil bravío, el Libertador en el Palacio de Miraflores que era invadido por el cipayaje también callaba. Y callaba Dios al oído del libre albedrío; supremo oficiante de la política humana.

Donde no callaban era en Miraflores. Tomado por la rancia burguesía, los militares traidores, los curas de cotizada limosna, y todos los lacayos que lamen las botas del poder capitalista, en el Palacio de Gobierno se descorchaban costosas bebidas alcohólicas, se degustaban tibias delicateses de sibaritas, las risas y los abrazos cómplices iban y venía, paseando carpetas a sobaco cerrado con los portátiles proyectos de país, para ser entregados al monigote presidencial que vendría.

Repentinamente se montó el instantáneo show de autoproclamación de un empresario como presidente sonriente y apoltronado, en medio del bosque de manos alzadas aprobando sus propios perfumes. Aquel presidente de plástico refrendó un garabateado decreto número uno con las firmas de apellidos olorosos al formol de los sofás cabilderos y con el "¡Hip Hip Hurra!" propio de las albricias gringas. Aquella bulla babieca guardaba el acostumbrado silencio de la traición oligarca, ahíto de poder, trapisondo, cínico, subestimador, confiado en que las clases populares "siempre pierden".

El silencio popular también estaba en Miraflores, en la camarera, en el mesonero, en la cocinera, en el bedel, en la secretaria, en el vigilante, en la portera, en el soldado, yendo y viniendo tras la murmuración entusiasta de la clase dominante que asentaba su planta insolente en Palacio. Silencio adentro y afuera silencio comenzaron a hacer dialéctica en los distintos y unitarios diálogos del pueblo, con planes que en sus diferentes códigos, señales, guiños, mohines acompañaron a la más fabulosa movilización subterránea que conozca el mundo en el siglo XXI.

Un impulso a este silencio potente fue la certeza de que el Presidente Hugo Chávez Frías no había renunciado. En las redes populares se dialogaba aquel silencio, haciéndose dinámico, ante la magnitud de la farsa que se había montado. Los celulares y demás instrumentos de las nuevas tecnologías que apenas cobraban cuerpo en las manos del pueblo, fueron espacios de comunicación esenciales para radicalizar aquel silencio que se volvía palabra contundente y grito de exigencia: "¡Queremos ver a Chávez!".

COMANDANTE HUGO CHAVEZ FRIAS

El 12 de abril de 2002, con el peso gigantesco de ese silencio popular, culminó su fecundidad con un cacerolazo espontáneo (que quisieron adjudicarse de manera oportunista e irresponsable algunos dirigentes para cubrir su ineptitud política), acto subversivo que fue el anuncio de que no todo estaba perdido; fue la reafirmación de que había un pueblo atento y trabajando en aquel mutismo esperanzador; fue el referendum constituyente, originario que llamaba a restituir la República Bolivariana de Venezuela; fue el llamado preparativo a un amanecer victorioso que tendría al pueblo en la calle y el rescate del Presidente Hugo Chávez de su secuestro; fue el mensaje de todas y todos, a todas la fuerzas alternativas revivientes en los diferentes espacios sociales. El asalto popular al Palacio de Miraflores, que silenció a la burguesía y la hizo huir en una desbandada de la cual se ha ocupado la picaresca de esquina y sancocho, hizo estallar una alegría genuina que cuenta con la fortuna de la grabación de los medios informáticos para darle eternidad y memoria. En cuestión de 47 horas, el pueblo venezolano recuperó la constitucionalidad, a su Presidente y la posibilidad de continuar en la pelea histórica por su segunda independencia.

AL INVASOR LE ESPERA ESTE SILENCIO INVENCIBLE

En este instante, a venezolanas y venezolanos los separa una cuarentena sanitaria que tiene como objetivo resguardar de una grave pandemia. Espiritualmente, toda separación es ilusoria. El ser humano humana se vincula por vías que traspasan las perspectivas materiales. Aquel silencio del 12 de abril de 2002 demostró, cómo las acciones de un pueblo viajan subterráneas e inéditamente con eficiencia, si cuentan con el aliciente de acuerdos sólidos, líderes genuinos,  proyectos solidarios, valores edificantes que les den opción de victoria. Este poder silencioso del pueblo venezolano está intacto en la memoria de sus héroes y heroínas, en el imperecedero ejemplo del comandante Hugo Chávez Frías, en la fuerza de las victorias recientes que fortalecen su cultura de vencer.

Ese silencio demostró de nuevo su fuerza triunfadora en julio de 2017 cuando el pueblo derrotó a la reacción fascista con el referéndum por la Asamblea Nacional Constituyente. Cualquier imposición invasora, mercenaria, que pretenda atropellar o destruir los logros de la revolución bolivariana, se enfrentará con acciones supremas que siempre ha sabido tejer este pueblo en todos los tiempos. Y chocará de frente con este silencio, cuyo estado del arte de hazañas maravillosas, hará caer de rodillas al más insolente de los imperios.

Fuente: https://laguaridadeldruida.blogspot.com/2020/04/venezuela-el-silencio-del-12-de-abril.html

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