CESAR VALLEJO HA VUELTO
Rúkleman Soto / 30 de julio de
2019
Se cumplen cien años de la puesta
en circulación del poemario Los Heraldos Negros, el primer libro de César
Vallejo. No obstante haber sido fechado en 1918, el poemario salió al público
en Lima al año siguiente (1919) bajo el sello editorial Souza Ferreira. Quizás
por este motivo Seix Barral lanzó en 2018 una nueva entrega de la obra del
bardo peruano, bajo el título CESAR
VALLEJO POESÍA COMPLETA, cuya edición, prólogo y notas corre por cuenta de
Ricardo González Vigil.
Esta edición estaba
distribuyéndose en Perú mientras mi hija Laura vivía y bailaba por sus caminos
andinos, al Sur del Sur, allí compró un ejemplar que acaba de obsequiarme a su
regreso a Caracas este viernes 26 de julio de 2019, junto a un trozo de piedra
volcánica blanca con las que construyen las casas de Arequipa, por eso la
llaman “la ciudad blanca”. Es toda una invitación a releer al autor de Piedra negra sobre una piedra blanca, Masa y muchos otros textos
trascendentales.
No es primera vez que se compilan
los poemarios de Vallejo. La Biblioteca Ayacucho nos concedió a los venezolanos
en su número 58, que data de 1979, la OBRA POÉTICA COMPLETA con edición,
prólogo y una detallada cronología a cargo de Enrique Ballón Aguirre. Por años
leí y releí al Vallejo que nos deparó la Biblioteca Ayacucho, encontrando
siempre nuevos asomos de lo sensible que surgían no sólo del autor sino, sobre
todo, por culpa del autor al
implicarnos cada vez más en sus osados coloquialismos y su apego a la lengua
matria, en la rebelión de su palabra y su verso casto, en su dolor universal y
su humanísima militancia.
Una concienzuda Edición Crítica
de la UNESCO, hecha en 1988, a cargo de Américo Ferrari y varios especialistas,
entre los que se encuentran Julio Ortega y Jean Franco, me permitió más tarde
ver el proceso de transformación que se produjo en gran parte de los poemas
vallejianos, en eso que Ballón Aguirre denominó “la reescritura perenne del
escritor”.
Esta edición preparada por Ricardo
González Vigil me hace volver a Vallejo ahora, en lo que paralelamente, también
Ballón Aguirre llamó entonces “la pluralidad de lecturas por parte del lector”.
En eso ando, quizás con el propósito de reconocer en esta obra el hallazgo de
una edad alcanzada por sus versos o por el lector o por el mundo o por todo lo
anterior, que suele resumirse con la palabra vigencia.
El ágil prólogo de González Vigil
en la reciente edición, puntualiza de modo refrescante lo dicho y escrito sobre
los libros de Vallejo. Reconoce “las deudas con el Romanticismo y el
Modernismo” a la vez que rescata “el lenguaje nuevo” que Vallejo comenzaba a
prodigar en LOS HERALDOS NEGROS, a través de su resistencia a ensoñaciones y
exotismos y mediante la irrupción de “la presencia desgarradora del sufrimiento
humano” que caracterizará a toda su obra.
Destaca una vez más el rasgo de
la sensibilidad tan defendida por el poeta frente a los postulados de la
inteligencia, manteniéndose “fiel a su sensibilidad andina, rural, terrígena; y
a los valores del amor, la dulzura, la compasión, la solidaridad, la paz y la
energía espiritual” ante la abrumadora ola modernizante de su época.
González Vigil no duda en afirmar
que TRILCE “es el poemario que más ha revolucionado el lenguaje y las
codificaciones culturales en el idioma español” y señala que la “dificultad del
lenguaje trílcico no existe cuando el receptor, en lugar de querer forzar su hermetismo
[…] lo acoge con la sensibilidad dispuesta a apasionarse (a sintonizar con el
corazón)”.
En este punto habría que decir
que a 97 años de su aparición, ese radical “lenguaje trílcico”, tan
profundamente vanguardista, ha alcanzado ya a sus destinatarios lectores manteniendo
un frescor recién nacido, pues “Sus palabras no han sido dichas, acaban de
nacer”, como escribe Antenor Orrego en las extraordinarias PALABRAS PROLOGALES de
la primera edición (1922), incluidas en ésta de 2018.
Tan acertado como la inclusión de
ese texto del entrañable amigo de Vallejo, es el de José Bergamín en la segunda
edición (1930), donde éste advertía sobre una poesía tan nueva “que no está
escrita en letras muertas, que no es letrada o no está literaturizada todavía”.
Amenazante “todavía” que nos alerta.
¿Ahora que nos ha alcanzado su palabra,
que hoy llamaríamos comúnmente experimental, es Trilce, entonces, mera literatura,
es decir pura y simple «aniquilación del lenguaje»? Tal vez sea perdonable incluir
una larga cita del prólogo de Bergamín para pulsar la vigencia de esta obra
cargada de «terrorismo poético» contra el lenguaje establecido:
“La poesía de Trilce, proyecta o propaga el
pensamiento espiritualmente, y no literalmente, por la palabra, en puras
relaciones imaginativas, desnudas del ropaje habitual metafórico, descarnadas
así, secamente, como una sacudida eléctrica. Por este descoyuntado lenguaje,
por esta armazón esquelética se transmite, como por una apretada red de cables
acerados, una corriente imaginativa, una vibración un estremecimiento de máxima
tensión poética: por ella se descarga a chispazos luminosos y ardientes el
profundo sentido y sentimiento de una razón puramente humana. De esto debe
estar advertido el lector de Trilce,
de que la poesía vuelve a la infancia espiritual del pensamiento […] En la
poesía de Trilce chocará al lector
esta desnudez, descarnada, este punzante afianzamiento, brutal, de un lenguaje,
tan exclusivamente poético, tan poco o nada literario […] Ni aun siendo tan extenso
bastará a la poesía de Trilce el
registro tradicional de nuestra rítmica: se lo saltará con ligeros pies como se
salta todas las explicaciones literarias”.
En cuanto a lo que ya es
costumbre llamar POEMAS HUMANOS, se reúnen los poemas en prosa y los escritos en
verso después de Trilce pero que no fueron incluidos en ESPAÑA APARTA DE MÍ
ESTE CÁLIZ, a diferencia de la edición Ayacucho que mantuvo la separación hecha
por Georgette de Vallejo en 1968.
La guerra civil que sufrió España
es el cruel episodio donde el poeta muestra “una lucha de valor universal y
permanente”, anota González Vigil, al cerrar el prólogo refiriéndose al
conocido poema «Masa» como “el momento culminante de toda la poesía humanísima
de Vallejo” puesto que “el amor solidario consigue aniquilar a la Muerte en
este mundo, quitándole todo sesgo divino y ultra terreno al tema de la
Resurrección”.
Hay que añadir algunos elementos
enriquecedores que aporta el libro CESAR VALLEJO POESÍA COMPLETA. Entre otros
jugueticos trae una Bibliografía que contiene primeras ediciones, otras ediciones
subsiguientes de la obra de Vallejo y estudios sobre el autor; este último
segmento me pareció demasiado reducido al no añadir trabajos de investigación
tan serios como los de James Higgins, Jean Franco, Julio Ortega y Américo
Ferrari.
También contiene esta edición los
poemas juveniles anteriores a Los Heraldos Negros; trae un índice alfabético de
poemas que los relectores compulsivos como yo agradecerán; aporta abundantes
notas informativas que acompañan a gran parte de los poemas; incluye un
interesante Vocabulario contentivo de los arcaísmos, neologismos, peruanismos y
otros giros del lenguaje vallejiano puestos en contexto, tales como el clásico
“Odumodneurtse” que es una inversión de estruendo
mudo, o el más descodificable “Enereida”.
Cesar Vallejo ha vuelto, aunque nunca
se había ido, son testigos las manos generosas de Laura que me dieron este
libro y esta piedra blanca de Arequipa, este martes 30, esta persistencia de un
siglo, esta relectura nocturna, esta crónica, esta lluvia de julio, estos
caminos…
#LaVozDeGuaicaipuro
#EnciendeTuVoz
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