Por Guillermo Otero (15-02-2019).
Ayer entrando a las instalaciones del tren de Valles del Tuy, ví un local de comida abierto, y fui a ver si podían recargar el pote de agua que tenía. Cuando entro, lo primero que me encuentro es el letrero de esta foto, que dice:
"Un café".... 500 bsS.
"Un café por favor".... 400 bsS.
"Buen día, un café por favor".... 300 bsS.
Aún sin decir ni una palabra, entiendo la intención del letrero, y les digo:
"Buen día, un café por favor". Y la encargada me respondió con un gesto de satisfacción y gracia: "Muy bien!" Un café de 300 por tu educación.
Honestamente, no podía creérmelo. Me iban a dar un café a bajo costo por solamente ser educado! Y no era que el de 300 era de vaso pequeño. Desde el costo más alto (con menos educación) hasta el más bajo, era el mismo tamaño.
El café aún lo estaban haciendo, y me esperé con gusto para tomarlo. Mientras, observaba y conversaba con el personal. Eran muy gratos, empáticos, sensibles. Me decían que soy el primero en el día que entiende el letrero, y que su intención es que la gente recobre un poco de educación y cordialidad, que se ha olvidado poco a poco, por cuestiones de la inmediatez, el estrés, la desmotivación social, entre tantas cosas. Yo le comenté que en lo personal, a mí me gustan mucho ese tipo de propuestas, propuestas creativas y no rebuscadas. Y que iba a ser imperdonable para mí no pedir un café, siendo "económicamente educado". Se rieron.
Al final, conseguí allí a una familia de emprendedores, quienes llegaron hace una semana para montar su café y comidas. Están dibujando las paredes con tizas, y dándole un concepto al ambiente. Van a colocar una pizarra donde la gente pueda escribir lo que quiera, y a la semana se borra. Pequeñas cosas, con la que no comes con la boca pero sí con los sentidos.
Me dieron el café y fueron tan gratas las conversaciones que sostuvimos, que hasta me brindaron otro. Incluso, me dejaron cargar el celular. Llegó el momento de irme, no sin antes agradecerles por el buen momento y la buena conversación.
Llegué buscando agua para saciar mi sed, y terminé consiguiendo saciar mis ganas por ver a un país que no se rinde, y que tiene lo más importante para emprender y levantarse, y es las ganas, y la creatividad.
Por cierto, es en La Rinconada. El lugar se llama Café Mimi. O bueno, así se llama la encargada.
Fuente: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10157016889023430&set=a.10150204556783430&type=3&theater
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