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Hagamos un trato


Por Henys Peña (30/01/2018).

Hay un poema de Mario Benedetti que ha estado por mucho tiempo entre mis favoritos “Hagamos un trato” que en medio de la locura desatada, la amenaza a la paz y a la existencia misma de la república, retumba en mi memoria, aunque es mas bien un poema romántico. Son tiempos duros, tiempos de valientes, de comprometernos, unos y otros para conjurar la violencia y la destrucción, para ello “puedes contar conmigo”.

La ruta trazada de desconocer al otro y deshumanizarlo, son el preludio necesario para quienes apuestan a la violencia, a la guerra civil, al caos. Para los mercaderes de la guerra todo ello no es más que un gran negocio, del que se alimenta su industria, su metabolismo les exige hacer la guerra, me atrevo a secundar la hipótesis de que al capitalismo financiero se le viene imponiendo solapadamente el del “complejo industrial militar”.

La frase que aprendimos en alguna producción de Radialistas (hoy lamentablemente devenidos es cómplices de los enemigos de Nicaragua y Venezuela) resume la idea; “el que produce paraguas le conviene que llueva… al que produce armas de guerra…”. La industria militar norteamericana produce la mitad de todas las armas del mundo hoy, además de ganar guerras, su interés está en librarlas, desencadenarlas, hacer que se prologuen, y en esa agónica, e interminable destrucción, hacer que su “principal mercancía” encuentre mercado. ¿Cuantas vidas inocentes se requerirán para saciar esa sed de ganancias? ¿cuantos hijos, hermanos, padres, amigos, vecinos, tendremos que ver partir, o nos verán partir, para saciar el odio que se requirió para justificar una guerra?.

Así como no hay un feminismo sino muchos, tampoco hay “un” Chavismo y “una” oposición, realidad que debemos reconocer, antes de avanzar en otros asuntos, como opciones seleccionadas por una parte importante de nuestra población, además debemos reconocer a quienes no se alinean con una u otra opción o reconocen lo bueno y lo malo de ambas. No hay bestias en esas comunidades, que en realidad no son dos, ni tres, sino muchas más. Son todos seres humanos, cuya dignidad debe ser respetada por todos, en nada se diferencia la Xenofobia, el Racismo, el Machismo, el Sexismo, la Homofobia, de la intolerancia política.

Pero si el desenlace de estas crispación, ha de ser la confrontación violenta de una guerra civil y/o la agresión extranjera, solo pedimos “morir de frente al sol” y solo eso comprometemos cumplir ante el agresor extranjero o sus lacayos.

Lamentablemente la lógica imperialista ha tenido éxito en la aceleración del odio, que aniquila los argumentos y bestializa las acciones, aun así, nuestro rechazo a este fenómeno, venga de donde venga, es firme, tanto o más que nuestra voluntad de lucha.

El respeto al otro, el respeto a todos, el respeto en el trato, en la palabra, en los gestos, es nuestro signo distintivo y no requiere de boinas ni banderas para hacerse evidente, porque la revolución se inspira en la fuerza suprema del amor.

“Lo mismo es para Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la ofende…” Simón Bolívar - 7 de octubre de 1818.

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