Palacio de Miraflores, Caracas (Especial).- Hasta hace algunos días, antes que el Coronavirus en su nueva cepa el COVID-19, permeara la esfera comunicacional en el mundo, Venezuela, era el centro de la agenda política de los gobiernos neoliberales de la región y más allá, simplemente para atacar su modelo de inclusión social.
Obsesionados, con arrogancia y bajo el manto de impunidad de la Organización de Estados Americanos (OEA), nació el Grupo de Lima, integrado por presidentes de Latinoamérica y con la dirección del Departamento de Estado norteamericano, que apuntan a derrocar al gobierno legítimo y constitucional del Presidente Nicolás Maduro, con guiones golpistas, terroristas, apoyando sanciones genocidas y bloqueos ilegales y con claras acciones injerencistas y de saqueo de los bienes de nuestra nación.
La persecución a la Revolución Bolivariana, ha servido para que politiqueros genuflexos a Washington, confundan a sus pueblos negando los logros alcanzados en Venezuela, así como para hacer la mala política -para llegar al poder- y que hoy frente al Coronavirus, no pueden esconder.
El velo se ha roto y frente a la pandemia del COVID-19, es claro y evidente el fracaso de estos gobiernos que han mercantilizado sus sistemas sanitarios y de salud que son manejados por corporaciones o simplemente sufren la desinversión social. El sistema liberal de los gobiernos tanto del Grupo de Lima y de administraciones dominantes como la de Estados Unidos, hoy muestran grandes desviaciones que afectan la vida de millones de personas que sufren las calamidades del virus.
El COVID-19, ciertamente se ha globalizado y de manera indetenible va cobrando vidas, muy especialmente de los más vulnerables: los pobres. Hoy se registran más 1 millón de casos de contagios en 157 países y las muertes superan las 58 mil. La diferencia la hace el sistema de salud y su capacidad de responder a este nuevo desafío.
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