Por: Rafael Marrero (29/09/2018)
Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), la palabra “Respeto” significa obsequio, veneración, acatamiento que se hace a uno./ Miramiento, consideración, atención, causa o motivo particular. / Cualquier cosa que se tiene de prevención o repuesto.
El “respeto” adquiere relieve jurídico en los hijos, obligados por la ley durante toda la vida a él para con los padres. También trasciende en toda falta de respeto a los derechos ajenos, que lleva consigo las reparaciones o represiones previstas en leyes y convenciones.
A esta segunda acepción de la palabra “Respeto” es a la que quiero hacer referencia en el editorial de hoy, no en el sentido estrictamente jurídico de ella, sino, en la implicación de la misma en el ámbito político y social enmarcado en la coyuntura que vivimos actualmente.
Esta semana fuimos testigos de una de las acciones diplomáticas más destacadas en los últimos tiempos de parte de jefe de estado alguno y para la sorpresa de muchos de nosotros y de muchos más a nivel mundial, lo hizo nuestro Presidente de la República Nicolás Maduro Moros, en una jugada magistral tanto en lo táctico como en lo estratégico en el campo diplomático. Se presentó sin previo aviso en suelo norteamericano para acudir a la 73° Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) convocada en su sede en la ciudad de New York, pese a todo pronóstico y amenazas, incluso contra su integridad física, emitidas por altos funcionarios de la administración del Gobierno de Trump.
Cuando se irrespeta a otro, independientemente de la posición que ese otro ocupe, es inevitable una respuesta en cualquier momento. Y es que el pueblo y el gobierno Venezolano hemos sido muy pacientes con respecto a ese tema. La administración del gobierno gringo ataca de una manera voraz nuestra soberanía, nuestra dignidad, nuestra moral, nuestras costumbres, nuestras instituciones hasta que por fin llegó la hora de comenzar a reivindicarnos al mejor estilo de la escuela de dignidad que dejó sembrada nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez Frías.
El Presidente Maduro dio una lección de dignidad y de humanidad con una fuerte carga de humildad en los pateaderos del diablo, se le desató en buena hora el Florentino que cada uno de nosotros reconoce en sí cuando de escenarios políticos de lucha antiimperialistas recientes se trata. Quedará para la historia política la frase “Yo soy un autobusero, un chofer de autobús, no un magnate”.
Inevitable sentirse identificado con esa intervención en la sede de la ONU que emitió nuestro Presidente, al extremo que algunas personas que dudaban de su condición de revolucionario ahora sí, están convencidos de tal condición y ratifican su condición de “Hijo de Chávez”.
Sin dudas se hizo y nos hizo respetar, claro está que esa intervención ha tenido sus repercusiones pero las asumiremos con dignidad y convencidos que estamos siguiendo el camino correcto.
Bravo Nicolás!
En otro orden de ideas, pero también vinculadas al mismo tema, me es inevitable abordar el asunto del respeto desde una perspectiva mucho más cercana como lo es el ámbito local y muy especialmente vinculado a mi rol de comunicador popular.
Reflexionando con respecto a los editoriales y los programas anteriores transmitidos por La Voz de Guaicaipuro y publicados en la página web de la radio, he llegado a la conclusión de la imperante necesidad de exigir el debido respeto que los habitantes de nuestro municipio y de otras latitudes merecemos por parte de las autoridades, bien sea local, regional o nacional según sea el caso.
Ese respeto al que hago referencia considero que ha de exigirse con la misma intensidad del respeto que se quiere recibir, es decir, si exigimos con poco respeto recibiremos poco respeto.
Debemos exigir respeto, pero eso sí, con mucha contundencia para que los oídos sordos no obvien tal solicitud. Quitémosle la razón a quien pretende tenerla en perjuicio de la mayoría.
“No es momentos de divisiones” es una frase que algunos maniqueístas de oficio esgrimen para tratar de contener las críticas, muy bien merecidas de paso, a los funcionarios que tienen responsabilidades en la administración del municipio y en la prestación de los servicios básicos como agua, teléfono, electricidad, aseo, transporte, vialidad, salud, entre otros, amén de escudarse en la falta de recursos debido a la guerra económica, como si no tuviésemos la capacidad objetiva y subjetiva de producir las cosas mínimas que necesitamos para tener una calidad de vida aceptable, pero es su obligación generar las condiciones para lograrlo.
Me permito recordarle a esos “camaradas de ocasión” que ciertamente no es momento para divisiones, porque en los procesos revolucionarios no hay espacio para eso, pero tampoco nos podemos permitir fallarle a un pueblo que colocó en su mayoría su confianza en un grupo de personas que lamentablemente han ido defraudando la confianza que fue depositada en ellos para un mejor funcionamiento en la gestión de gobierno.
No ha faltado quien me tilde de contrarevolucionario por decir las cosas que digo en el programa Konuko Social, pero eso es señal de que algo está ocurriendo más allá de las oficinas y de los quince y últimos que seguramente si defienden a capa y espada.
Siempre con el pueblo, Venceremos!
#LaVozDeGuaicaipuro
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