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▷Exterminio: una clave en la recta final del imperialismo capitalista✔




Cuando estábamos igualados a los animales, sin evolución inteligente, sin conciencia, sin la capacidad cerebral de hoy, sin la dimensión de sentimientos que nos asisten, los proyectos de seres humanos estuvimos, más que ahora, sumergidos en la dinámica de la lucha por la sobrevivencia. Un impulso animal depredador, como a todos los animales, nos acompaña desde esa ancestralidad oculta en el tiempo, haciendo que cada vez recordemos al investigador inglés Charles Darwin y su trabajo acerca de la selección natural de las especies.

Harto estudiado es este paso del ser humano-humana a través de la evolución. Nos dice que anduvo disputando el territorio a las otras especies vivas y a la par, desafiando el espacio territorial de su propia especie. Los primeros nichos cubiertos, la posesión colectiva de las cuevas naturales para resguardarse de las fieras de mayor tamaño, la vigilancia de los reservorios de agua, la obtención y tenencia del fuego, los iniciales asentamientos para la agricultura tuvieron en las marchas de la horda salvaje, la lucha por la supremacía, luego del dominio técnico a través del desarrollo prodigioso de la mano que proporcionó el aumento del volumen y de la complejidad maravillosa del cerebro, el poder plasmar la gigantesca huella dejada en la historia por la inteligencia y la progresiva conciencia de estar, de hallarse, de ser, que le dio el predominio sobre las demás especies, ganando así la carrera de la selección natural. Aquella primera justa la ganó el animal más inteligente, no así el más fuerte, ni el más grande, sino el que logró la conciencia de sí: el ser humano-humana.

Ahora pudiera verse de forma sencilla aquella proeza, incluso, como una línea recta temporal, pero este trayecto de miles de años está cruzado por lentitudes, retrasos, aceleraciones de modo cíclico, en etapas, saltos, bucles y algunas otras figuras paramétricas, utilizadas por el imaginario científico para colocarnos en esa mirada de una manera más objetiva. La gran paradoja gobernada por una dialéctica que luce inapelable al examen del tiempo, está en que a la evolución de la conciencia de sí progresivamente obtenida, se le vino detrás como trágico acompañante la bestia salvaje, el impulso destructivo, la tendencia depredadora, como herencia del pasado abisal en el albor de la selección de las especies, aunque con un tensionado detalle: hay una diferencia entre el instinto selectivo animal que parece estar regulado por su espacio natural, (de allí los hallazgos de Darwin) y ese mismo instinto destructivo gobernado por la inteligencia del humano-humana (de allí los hallazgo de Freud). El salvajismo animal tiene un límite: la depredación natural; el salvajismo inteligente tiene un ilimitado factor: el exterminio.

El dominio de la naturaleza ganado bajo esa égida inteligente y además destructiva, tiene también una intrincada ascendencia sobre su propia especie, fruto de la división social del trabajo que impone a los poseedores sobre los desposeídos y de la lucha de clases signada por la violencia fundacional de la historia de unos grupos de seres humanos sobre la mayoría. Porque la lucha por el predominio como especie hegemónica ha sido también, y en esencia, una lucha por el poder, y además por el poder de las sociedades.

Ni ante los procesos más trágicos que el humano-humana pueda pasar en el porvenir, dejará de causarle asombrosa fascinación que este andar histórico, por lo menos en occidente, haya sido un tránsito civilizatorio. Al troche y moche de la bestialidad oculta, de la perversidad inteligente, cada tanto emergida para destrozar sueños y vidas, este ser humano-humana ha sabido también civilizarse. Esta afirmación puede causar las más pugnaces reacciones, las discusiones más agrias, las trompadas filosóficas más hidalgas, para recordarnos aquellas debacles de la Grecia antigua y de la Roma Imperial, sin embargo, es inocultable que uno de los sueños, quizás el más hermoso y complejo de aquellos y aquellas salvajes que supieron hacerse inteligentes y consciente entre las breñas de la violencia y la sangre, fue lograr una convivencia donde la inteligencia y la conciencia unidas a una espiritualidad elevada (¿cósmica?), permitieran la posibilidad de domar para siempre el instinto destructivo, hoy en día con poderosa inteligencia, y así vivir sin el miedo del puñal a la espalda como herencia histórica de la violencia. Por algo el viejo Marx desde su profundo estudio de la sociedad humana nos colocó aún en la prehistoria.

Hoy, en este mismo instante, traspasadas las puertas del siglo XXI, aún el humano-humana se debate ante la sobrevivencia a dos incidencias cruciales, a saber: una historia brutal que no ha dejado de instigar y promover con el inmenso poder jamás obtenido por las hegemonías dominantes, y dos: la evidencia de que todavía existe una conciencia ampliada y atesorada en todos estos siglos de civilidad occidental, hacia territorios, por fortuna, resguardados más allá de los límites egoístas de las hegemonías imperiales gobernantes.
Si viésemos el panorama mundial actual bajo el péndulo oscilante de la historia transitada, es posible que concluyamos reconociendo una victoria, por demás contundente, de las fuerzas bestiales, de quienes imponen la violencia a muerte negándose a toda transformación; un triunfo de la imposición del exterminio con el pretexto de controlar la superpoblación. Que no canten victoria estos sectores que ahora mismo trabajan para el exterminio, ni se llamen a la desesperanza aquellos y aquellas que han ganado conciencia con el paso del tiempo, recogiendo esa otra herencia extraordinaria que no sólo nos podría preservar, sino además enraizarnos, radicalizarnos en visiones hasta ahora impensadas por falta de ampliar la percepción, las miradas y la conciencia de la realidad. Andante -aunque tal vez cauta y que viene reflexionando profundamente con acciones importantes- una comunidad humana oculta, un tanto disgregada y no por esto débil, tiene siglos trabajando por ampliar cada vez más la conciencia y tiene muchas cosas qué decir.

La naturalización de un exterminio bien parecido Agreguemos que la actitud exterminadora ha sido justificada con el paso del tiempo a través de pensadores, investigadores, científicos, poseedores y políticos. Aunque el argumento central de esta vocación exterminadora sería el control de la superpoblación, existen mil y una justificaciones utilizadas por los sectores hegemónicos para imponer cualquier situación de exterminio sobre otros colectivos, a los que se les llama en ciertos escenarios de la intelectualidad gourmet: minorías.

En la antigua Roma se hacían de la vista gorda ante terribles brotes de lepra y otras enfermedades, cuyo contagio se propagaba con rapidez debido a la ignorancia del origen y a la indefensión de la población. La idea dominante siempre ha sido trasladar la noción adjetivada peste -del desconocido o conocido virus- al ser humano-humana. De víctima, la gente termina siendo la victimaria: la peste, mientras el virus baja el perfil, elevado cada tanto que a la hegemonía conviene y popularizado con énfasis si hay una guerra. Esto nunca ha dejado de pasar.

En los albores de la sociología, el filósofo francés Augusto Comte fue uno de los primeros en colocar al rango poblacional como categoría negativa de la economía, susceptible de ser controlada a como dé lugar para evitar la superpoblación, considerada un mal. Además, Comte coloca su vista reprobatoria en los territorios del Sur, considerados inferiores. Esta postura dio rango de categoría científica a la tendencia de exterminio poblacional. Conclusiones como ésta fueron utilizadas por los nazis, durante la llamada Segunda Guerra Mundial, para justificar muchas de las atrocidades que cometieron en el exterminio de poblaciones enteras. Antes, la Iglesia Católica, a falta de justificación científica, ya había utilizado a Dios (tal y como ha hecho y hace hoy la hegemonía capitalista desde los Estados Unidos (EEUU) aupando nuevos ejercicios dictatoriales del Abya Yala) para desatar las llamadas Cruzadas y así acabar con el llamado paganismo, y de paso, exterminar a la población de la Europa medieval. Ninguna plaga más letal que las Cruzadas, ningún virus más nocivo que la Inquisición.

Cuando la monarquía española pone los barcos de Colón en costas del Abya Yala, ya sus curas y almirantes tenían varios siglos de prácticas abominables de exterminio en toda Europa que luego fueron practicadas sobre cincuenta millones de seres humanos víctimas del fuego “purificador” del dios cristiano, contra quienes hoy llamamos aborígenes. Igual método de exterminio, de muy variadas técnicas de tortura y muerte, aplicaron portugueses, ingleses, italianos y belgas en los pueblos de África; también los ingleses en lo que hoy se llama Australia expusieron su apartheid criminal, por igual que en el norte del Abya Yala y en China; lo mismo hicieron los franceses contra Argelia, Indochina, Islas del Caribe, norte del Abya Yala; holandeses aprovecharon algunas metidas de mano letal en el Caribe y en África. (Extenso capítulo aparte pudiera redactarse con las tropelías que entre los mismos reinos europeos se han infringido: ejemplo trágicamente ilustrativo –sin posibilidad de resarcir los daños- significa el genocidio practicado por los turcos en contra de los armenios. Este bestial exterminio tiene al cultivo e imposición del racismo y la xenofobia como evidente aliciente).

Argumento medular muestra la película boliviana Sangre de Cóndor (Sanjinés, 1969) basado en la denuncia de estrategias extermino poblacional y cultural a través de la esterilización de las mujeres indígenas con el absurdo argumento de la salud y el control poblacional promovidos por los ya desaparecidos Cuerpos de Paz, creados, alentados y financiados por el gobierno de los EEUU. El descaro ante estas situaciones de exterminio es que se argumenta el peligro de la superpoblación, pero no se antepone jamás la justa distribución de la riqueza entre quienes se llevan la gran tajada mundial a costa de la salud de la Pacha Mama y de millones de personas que apenas tienen para morir de hambre. Ejemplos como éstos pasan ante los ojos de la mayoría sin que sean vinculados a estrategias mucho más globales. Y sin que signifique cerrar capítulos nos preguntamos: ¿Qué es sino el más abominable genocidio, lo que aplica el sionismo israelí al pueblo de Palestina? ¿Qué ha significado el bloqueo a Cuba sino una intensión de exterminio? En este instante, desde los laboratorios y redes informáticas se promueve la materialización de una guerra económica contra Venezuela, saboteando sus relaciones financieras con los demás países, a través de argucias judiciales que lesionan el derecho internacional y el chantaje global de la Casa Blanca y el Pentágono sobre gobiernos reaccionarios aliados. Esto condena a venezolanas y venezolanos a las más extremas penurias. ¿Qué significa esto sino una política de exterminio por parte de la hegemonía imperial contra un pueblo que ha decidido ser libre e independiente?

Llegó la justificación científico-religiosa
Para nadie es un secreto que la pandemia del coronavirus (o COVID-19) tiene todos los visos de ser una estrategia de exterminio poblacional dirigidas contra los y las socialmente más vulnerables. Por lo menos este argumento es un secreto a voces, manejado con énfasis en los sectores que han presenciado de cerca, la grave afección sufrida por los colectivos a los que pertenecen. Llama la atención, a su vez, cómo desde los primeros y tímidos análisis acerca de la ascendencia a muerte del virus, la palabra especializada –de tendencia eurocéntrica, por cierto- trata con pinzas semánticas, toda opinión o análisis que apunte hacia algún señalamiento, acerca de la grave responsabilidad que tendrían los agentes del imperialismo capitalista en la aparición de la enfermedad y la transformación del virus en pandemia. Se deja filtrar en esos discursos un conjunto de tecnicismos cientificistas a los que abría de apelarse para acceder a discutir en algún escenario acerca de quiénes son los responsables de esta pandemia. De aceptarse esta campaña, abierta en su intensión, aunque discreta en su argumentación, terminaremos defendiendo que el virus es una maldición de Dios por los desafueros humanos y que todos somos los culpables o que la pandemia llegó en buena hora porque se hacía necesario un afeite significativo en el índice poblacional: dos ingredientes de un mismo menjurje ideológico.

Pareciera que la tendencia promovida es la de comprobar las responsabilidades de la propagación de este virus, sólo a través de la captura infraganti de un científico loco que echó el virus desde una botellita de suero, en un hospital de China, en un hospicio en Italia y en un albergue de veteranos en Minniapolis. Mientras la pandemia hace estragos en poblaciones indígenas, afrodescendientes, abuelos y abuelas (pensionados), habitantes de comunidades marginadas pertenecientes a no pocos países, la feroz ascendencia de sus efectos, la necesidad de frenar su avance y la actitud contradictoria y muchas veces permisiva de no pocos gobiernos, está impidiendo colocar el análisis en las responsabilidades concretas. En estos momentos, en Europa, se aprestan a abrir las fronteras sin que la pandemia esté oficialmente controlada; motivos poderosamente económicos presionan para tomar estas medidas, sin que les importe las vidas de miles de personas que están en peligro. La antigua dicotomía que impone lo urgente mercantil sobre lo importante social.

La biomedicina está preparada en materia de exterminio Uno de los grandes logros de la Revolución Cubana (1959 hasta siempre) es de naturaleza científica. Esta dinámica transformadora de un país ha colocado a un modelo biomédico en el tercer lugar del mundo en prevención, sanación de no pocas enfermedades y fabricación de medicinas. Un ejemplo vanagloriado internacionalmente con toda justicia, son sus misiones médicas que continúan llegando a muchos países, contribuyendo con sus pueblos en combatir males y enfermedades. Aunado a este logro, de por sí extraordinario, hay uno mucho mayor y está en la diferenciación de su modelo de medicina social con el modelo capitalista-mercantilista imperante en casi todo el mundo. Mientras el ejercicio del modelo biomédico en todo occidente es una mercancía al que sólo tienen acceso quienes pueden pagarlo, en Cuba se ha desarrollado un modelo de inclusión social al que tienen acceso gratuitamente, cubanos y cubanas. Esto hace de la prevención un estandarte que ha recorrido el mundo en solidario auxilio de los pueblos. La constatación actual de este palmarés está en la situación del llamado Covid-19 en donde la medicina cubana de nuevo está dando su ejemplo solidario imperecedero.

Sin embargo, quienes dirigen los hilos del modelo biomédico clínico-mercantil, el cual atiende cuando ya la persona se encuentra enferma, tiene otra actitud frente a la pandemia. De no pocas partes del mundo circulan alertas del colapso de muchos sistemas de salud, ejemplo: Italia, porque han basado su atención en el modelo biomédico-clínico, dependiente de las empresas de seguro privado. Desde la primera visita del llamado coronavirus a la tragedia del mundo capitalista, el servicio clínico colapsó en muchos países europeos y en EEUU, así como el servicio funerario. Sin embargo, las alarmas surgen de la voz de familiares de pacientes, quienes constatan que sus parientes padecen una atención médica deficiente, marginada, sobre todo si pertenecen a sectores económicamente vulnerables o a personas excluidas por alguna condición social que genera discriminación. Esta conducta de quienes alientan el modelo biomédico clínico-mercantil no es nueva y tiene su historia.

La práctica de la medicina genera poder y de esto se dieron cuanta los grupos hegemónicos. La combinación de saber científico, discrecionalidad del estado de salud humano y servicio social, constituyen un tótem muy poderoso que, en manos de las hegemonías, se transforma en una plaga de dominio contra los pueblos. Una sencilla muestra la tenemos en la denuncia formulada por el patriota independentista borincano Pedro Albizu Campos, cuando alertó de un perverso plan urdido desde algunos sectores reaccionarios de los EEUU, que promovían la práctica médica con fines de exterminio de personas naturales de la Isla de Borinquen.

Yéndonos a las pugnas por el poder en el universo contradictorio de las hegemonías, ya no es ningún secreto que una de las histerias más enconadas del líder nazi Adolfo Hitler y sus secuaces, en contra de los judíos, estaba en el conocimiento que éste tenía de los planes plasmados en las llamadas Actas de Sión, donde se ordena a los judíos de la diáspora, vincularse a toda actividad relacionada con la práctica médica, desde escuelas de las universidades, centros de investigación, clínicas y hospitales de atención, la invención e industrialización de implementos, con la finalidad de controlar las sociedades a través del poder habido en los sistemas médicos.

Por supuesto, enterarse de estos planes para Hitler significó una afrenta, ya que su plan genocida de promoción supremacista de la llamada Raza Aria se tropezaba con un grave y poderoso obstáculo, ya que el plan sionista tenía algunos años de adelanto. De allí que los primeros ataques represivos en contra de los judíos por parte de los cuerpos policiales del gobierno nazi estuvieron selectivamente dirigidos a médicos, dueños de clínicas, investigadores, estudiantes, equipos de investigación. La expulsión de judíos de las universidades comenzó en las facultades de medicina. Cuando los nazis inician su abominable trabajo de exterminio en los hornos crematorios ya en los campos de concentración estaban detenidas innumerables personas de origen judío vinculadas a la medicina. De igual manera, ya los científicos nazis estaban iniciados en experimentos con seres humanos, que también iban sellados con la marca del exterminio.

La práctica exterminadora nazi no acabó con la tendencia supremacista del sionismo en la medicina, como tampoco terminó el racionalismo ario nazi-fascista con la derrota y muerte de Hitler. Esta pugna continúa en el mundo con la incorporación de nuevos actores, teniendo a los pueblos como víctimas. Tres muestras artísticas, dos de origen argentino, nos pudieran brindar pistas en este sentido, a saber: la novela Los Demonios Ocultos de escritor Abel Posse (1983), el filme Wakolda (2013) de la realizadora Lucía Puenzo, el filme El Huevo de la Serpiente de realizador sueco Ingmar Bergman (1977), adentradas en esos mundos beligerantes, cruzados por la ciencia, la política, el misticismo, la manipulación genética, el oculto morbo supremacista, en que el exterminio deambula cual Aqueronte insaciable.

La biomedicina que hoy nos atiende lleva marcados estos antecedentes y una pandemia como el Covid-19 pudiera ser el contexto preciso para revelar sus intenciones ocultas. Cuando vemos la actitud ligera y veleidosa del presidente del Brasil Jair Bolsonaro frente a la pandemia y constatamos los resultados de creciente contagio entre la población más vulnerable de ese país, nos damos cuenta de un sistema de salud condenado por el modelo biomédico a hacerse de la vista gorda de un exterminio cantado como el premio gordo de cualquier lotería, en donde los guarismos están fríamente calculados como lema comercial de un personaje cómico mexicano.

A globales problemas globales miradas Ya hay evidencias de que el riesgo de pandemia por coronavirus había sido anunciado. Además de las películas hollywoodenses que hicieron patente la alarma, varios informes emanados de esfuerzos personales y colectivos daban cuenta del peligro que se cernía sobre la humanidad, de no tomarse las medidas a tiempo. Corren por las redes las imágenes de una conferencia de hace algunos años, ofrecida por el magnate de las telecomunicaciones Bill Gates, en la cual hizo revelaciones acerca de una próxima pandemia que azotaría a la humanidad. Aunque su tono de voz y postura corporal pudieran compararse con las de un profeta de paso, su naturalidad y desparpajo lo colocan entre los promotores en potencia, de la tendencia de reducir a la población por medio del exterminio. Se sabía. Los poderosos del mundo sabían de la proximidad del virus, de lo inminente de la pandemia y no hicieron nada más que esperar sentados a regodearse en sus efectos genocidas. Bueno es preguntarse si esta abominable omisión no es complicidad; una complicidad tramada desde los más altos estrados del poder hegemónico para exterminar la población mediante el inicio de un espantoso genocidio. La data reciente de exterminio descarado quizás no son los nazis. Pruebas existen de que, en las intenciones invasoras e intervencionistas del ejército de los Estados Unidos (EEUU), en sus procedimientos demenciales, las intenciones exterminadoras han estado presentes. Repetir hasta la saciedad el descarado genocidio que los sionistas practican en contra de mujeres, jóvenes, niños, abuelas y abuelos en Palestina resulta imperioso, sobre todo, si lo relacionamos con el maridaje habido con el ejército gringo y sus gobiernos.

Sin embargo, buscar puntos emblemáticos en donde el exterminio ha estado rondando los planes hegemónicos puede ser importante. Recordemos que al final de la llamada Segunda Guerra Mundial, alrededor de los cadáveres de Adolfo Hitler y Eva Braun, entre las ruinas de una Berlín destruida, miles de agentes genocidas del nazismo, malhechores de aquel inaudito exterminio, buscaban escapar. Muchos aún con bastante poder en el mundo y cuentas por cobrar, encontraron asilo secreto a través del cambio de identidad y de la complicidad habida en el universo de la política y de lo social. Evoquemos que Hitler llegó al poder, entre otras cosas, debido a la ceguera y subestimación de importantes sectores de la socialdemocracia, a la flojera mental de buena parte de la izquierda europea, y al patrocinio de monarcas y oligarcas de todos los Estados europeos, que vieron en aquella temeridad de actor simulado que tomó el poder en la Alemania arruinada, una vía para remozar al capitalismo que no salía de la crisis del año 29. Diez años después, ya Hitler tenía su guerra de exterminio a la carta.

La primera reunión que tuvo como tema la visión económica neoliberal, se llevó a cabo en un castillo europeo en 1947, aún muy cercano el dolor y la estupefacción que produjo el genocidio nazi perpetrado. Aquel cenáculo discreto tuvo como cabezas visibles al economista estadounidense Milton Friedman y al filósofo austríaco Karl Popper. Al primero le sería encargada la puesta en práctica del pragmatismo mercantil que encarna la doctrina neoliberal. Los Yuppies de Friedman atacarían las posiciones keynesianas y Popper sería convertido en la quintaesencia del ataque anticomunista en el universo de la intelectualidad y en el mundo académico.

Sería una ardua tarea ésta, la de los neoliberales. Lo sabían. Pero tuvieron el ingrediente necesario para acometer la avanzada: paciencia, factor que no han sabido tener algunas propuestas mucho más justas y populares. Friedman ocupó los escenarios de la economía y las finanzas para darles rango filosófico y político a su acometida y así promover la colocación de economistas en puestos de gobierno y Estado, muestra de ello es que, para inicio de la década de los años 90 del siglo XX, ya su delfín Francis Fukuyama tenía preparada su glamurosa teoría y libro El Fin de la Historia y el último hombre que traería signos economicistas importantes para darle base a la desesperanza de fines del siglo XX.

A Popper le correspondió desmontar la teoría marxista, letra por letra; de allí que se dedicó a diseccionar el pensamiento de Carlos Marx, acusándolo de economicista; gran paradoja, porque, mientras Fukuyama justificaba la vuelta lineal al pasado, el ritornello a la forma barbárica de la economía, el roll back a la discriminación, exclusión y el exterminio con un “no hay más remedio” de argumentos economicistas como valores positivos, Popper hacía lo propio con el pensamiento marxista como valor negativo. Con esta táctica, también se impulsa la idea de la doble moral del pensamiento, un “vale todo” para las elaboraciones intelectuales, porque en el fondo estaba la promoción de una simplificación del hacer ciencia social, la banalización del ejercicio político y el secuestro del acto de pensar y de saber a los que se les conculcaba la democratización.

Con el hecho de la globalización en la definitiva llegada de las nuevas tecnologías al mundo de las redes comunicativas y viceversa, se hacen una realidad estos planteamientos neoliberales. Hoy, los agentes de Hitler están colocados a sus anchas de nuevo en el mundo, promoviendo el regreso al fascismo. Y frente a los problemas generados por la superpoblación ¿qué se estarán planteando estos neo-nazistas? Sin lugar a dudas su … “no hay más remedio”. Dentro del plan neoliberal la estrategia central es el hambre de las mayorías y ya sabemos que este factor como categoría positiva de los promotores de las teorías del libre mercado se traduce en exterminio.

Adiós al capitalismo Estamos persuadidos de que moralmente, el imperialismo capitalista transita una fase terminal. Aliarse al fascismo como lo hizo en la década de los años 30 del siglo XX es un fiel indicador de tan trágico destino. Sólo el brutal y peligroso armamento atómico que lo asiste y protege como chantaje, ahora en manos de factores sionistas y fascistas en connivencia, la capacidad de maniobra económica en su ley de “rabo de paja” sobre los demás países, el control sobre las materias primas, la tecnología y las comunicaciones le brinda oxígeno a su último transitar.

La humanidad se debate ante el desafío que le presenta un sistema que llega a su final. Estamos pisando la entrada a una era post-capitalista en que los sectores del poder tradicional están dispuestos a jugarse la carta del exterminio definitivo de gran parte de la humanidad para remozarse en la hegemonía. Con un fuerte recorte poblacional que se traduce en el inmenso recorte presupuestario requerido (tajante lógica neoliberal) estarían retomando de nuevo la vanguardia económica, política y social para afrontar la era post-capitalista sin riesgos de posiciones de avanzada, ya que la era del post-capitalismo, sería un capitalismo sin capitalismo, o sea, un esclavismo edulcorado (que tendría la potencia del inmenso recurso tecnológico en la nanotecnología y la robotización que ya tienen avances notables). Es por esto último que en la agenda hoy discutida descaradamente y con fruición entre los magnates de las tecnologías; verbigracia, Bill Gates y sus pandillas y el Presidente de EEUU Donald Trump, está el control de la información íntima de los ciudadanos y ciudadanas a través de las llamadas nuevas tecnologías. ¿Ciencia ficción? No. Se trata del salto atrás ideal para el sector fascista que ha trepado a la Casa Blanca de EEUU. Tal vez Hitler, a quien no podemos negar capacidad imaginativa, tuvo siempre en su agenda esta posibilidad.

En la agenda post-capitalista de los post-capitalistas se encuentra, además del exterminio de la población mundial, puntos que ya se visoran como importantes: 

Uno es la desconfiguración del mapa geopolítico de la Europa (en un continente que tiene países donde ha bajado la población y en los que hay importantes índices de suicidio juvenil, una fase de exterminio planificado como el que se inicia, desconfigura toda geopolítica hasta ahora pensada). 

Dos, el urgente desmembramiento de la vanguardia mundial imperial colocada en los EEUU luego de la Segunda Guerra Mundial (moralmente la sociedad estadounidense y su sistema político parecieran no aguantar un escándalo más y esto, a la vista de pasados imperios, en donde el indicador de la destrucción moral es evidencia de acabose hegemónico, representa un peligro para sectores ya colocados en un post-capitalismo). 

Tres, la progresiva colocación de la vanguardia hegemónica en los sectores sionistas más recalcitrantes colocados como poder emergente desde 1948, tanto por su tradicionalismo en el manejo de la hegemonía, como por el poder armamentista y económico que ya acumulan. No es casual que sean el estado de Israel. la vanguardia visible en el exterminio del pueblo palestino, al cual ya han despojado de la mayoría de su legítimo territorio. 

Cuatro, promoción y definitiva naturalización de la salida genocida para un supuesto control de la población. Hoy, hasta para algunos sectores progresistas de la sociedad, esta naturalización es el argumento del destino manifiesto del coronavirus, al cual justifican. 

Cinco, criminalización de los organismos internacionales de regulación social planetaria entre los Estados, fundados luego de la llamada Segunda Guerra Mundial, tales como la ONU. Muestra de esto es la negativa del presidente Trump de continuar el subsidio a la UNESCO, la condena a la Corte Penal Internacional por las investigaciones de las actuaciones del ejército de EEUU en Afganistán; además del festival de sanciones que a partir del mes de mayo de 2020 ha desfilado en los comunicados de los voceros oficiales de la Casa Blanca. 

Seis, profundización de la depauperización de los países y pueblos africanos, siempre puestos como modelos trágicos sin responsabilidades directas, como si su situación fuese un hecho “natural”, cuando realmente es una evidencia de cómo el exterminio paulatino del capitalismo ha sido practicado sobre poblaciones enteras dueñas de un territorio, aún rico en minerales estratégicos para el dominio hegemónico. 

Siete, banalización del acto político como estrategia social aplicada sobre los países del Abya Yala que hoy tiene sus efectos en la llegada a sus gobiernos de “monigotes politiqueros” usurpadores, al servicio de las castas hegemónicas que los teledirigen (trágicas muestras pueden ser los casos de Venezuela -provocando un paralelismo-, Bolivia y El Salvador). 

Ocho, el desprestigio de los ejércitos de los países no obedientes a las políticas hegemónicas. Tienen varios años los ataques a los ejércitos de Venezuela, Cuba, Nicaragua, Irán con la finalidad de minar su verticalidad al defender posiciones nacionalistas. 

Nueve, la colocación, con mucha más fuerza que antaño, de la mediatización religiosa para fundamentar las acciones de facto, con una especie de renovación del “derecho divino de los reyes” practicado en la época medieval, mezclado con la doctrina de Destino Manifiesto y el remozamiento de la Doctrina Monroe (de los EEUU) que tienen su parangón en el gobierno de facto aplicado en Bolivia. 

Diez, extremar a niveles de paroxismo las desigualdades sociales y el reparto expoliador de la riqueza mundial camino a un mundo esclavizado, a través de la promoción y exacerbación del racismo, la xenofobia, el femicidio, la homofobia, el anticomunismo, la guerra y destrucción contra los pueblos, el consumo de todo tipo de droga, la persecución de la diversidad cultural, la usurpación de la propiedad intelectual, la banalización del acto político, la estandarización de los procesos educativos, el control férreo de las aguas y los alimentos, la alienación desde las redes comunicativas.

EXTERMINIO

ADVERTENCIA. SI TIENE DIFICULTADES PARA COLOCARSE EN UN LUGAR PARADIGMATICO DIFERENTE AL SUYO POR FAVOR, LE SUGERIMOS QUE NO LEA ESTE PUNTO Y VAYA AL SIGUIENTE

“… una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre”. COMANDANTE FIDEL CASTRO

En la década de los años ochenta del siglo XX, la revista española Interviú publicó un reportaje acerca de los pueblos que en ese momento se encontraban en peligro de desaparecer: no eran pocos. En el exhaustivo trabajo periodístico, no se escatimaba en precisar los procesos que motivaban esta situación y al final se miraban las causas: ambición de poder hegemónico, guerras, pandemias, distribución desigual e injusta de la riqueza, falta de voluntad política, exterminio.

En este justo instante, el reinado de Arabia Saudita promueve, instiga, materializa el genocidio en perjuicio del pueblo de Yemen. Imágenes dramáticas están en las redes como muestra de esta escalada de exterminio. Las presiones territoriales, bélicas y políticas continúan cerniéndose sobre la República Árabe Saharaui Democrática y en contra de su pueblo, por parte de los gobiernos de Marruecos, Mauritania y España. Párrafos atrás hemos hablado del descaro usurpador sionista contra el pueblo de Palestina. Se teme que igual situación pudiera ocurrir en Bolivia a través de la dictadura fascista allí instalada con el auspicio de EEUU, cuyo genocidio estaría en las intenciones de las clases oligárquicas en el poder: ya hay muestras de asesinatos selectivos. Continúa la segregación en contra del nacionalismo vasco y catalán por parte del gobierno monárquico español. ¿Qué es sino un exterminio, los más de mil asesinatos de dirigentes sociales en Colombia luego de la pacificación de la guerrilla? ¿Las heridas en los ojos de manifestantes chilenos y chilenas por parte de fusileros de la policía de Sebastián Piñera, acaso no son señales claras de un próximo y nuevo exterminio como el aplicado por el general Augusto Pinochet? ¿Cómo podemos llamar a la actitud provocadora de la policía estadounidense contra la población afroamericana, cuando, lejos de detenerse, aumenta las agresiones a manifestantes que se acentuaron desde la llegada de Donald Trump al gobierno? A este clima desatado por el coronavirus podemos agregar que el exterminio sistemático parece estar definitivamente instalado como punto fundamental del plan de la oligarquía mundial.

¿Cuál será el método extremo del plan de exterminio? Esta pregunta es obligatoria, dado el pasado de las hegemonías en el tratamiento del exterminio hacia los semejantes. La vocación exterminadora de las oligarquías no ha tenido límites: son capaces de cualquier barbaridad, pero el mundo ha cambiado, hasta ahora habían tenido que guardar formalidades, por ejemplo, la hegemonía gringa había tenido que pasar su capacidad de exterminio sobre los pueblos del Abya Yala por la base curricular de un espacio llamado Escuela de las Américas, para entrenar en tortura y muerte a miembros del ejército, sin embargo, sabemos que aún en este siglo XXI, toda esa capacidad no ha sido probada, desde la posibilidad tecnológica que parece ilimitada.

A comienzos del siglo XX ¿Quiénes imaginaron los campos de concentración materializados por los nazis? Nadie. La médica austríaca Elisabeth Klube Ross testimonia en su autobiografía, cómo ante el horror de su visita al campo de exterminio de Auschwitz, una mujer judía allí retenida le instaba a confrontarse con la capacidad humana para cometer estas atrocidades. Toda una lección de cara al porvenir: los seres humanos-humanas somos capaces de esto y de peores atrocidades, no fueron monstruos quienes asfixiaron seres humanos-humanas hasta la muerte premeditada, fueron por igual humanos-humanas, normales y cuerdos quienes perpetraron esas abominaciones. El monje trapense de origen estadounidense Thomas Merton, advierte en un genial ensayo esta realidad, desde el caso del nazi Adolf Eichmann, administrador de la política de exterminio de campos de concentración como Auschwitz, Polonia. Preso y sometido a exámenes médico-psiquiátricos, Eichmann fue declarado totalmente cuerdo. Merton inicia una serie de puntos reflexivos diciendo:

Los cuerdos, los bien adaptados, son los que pueden, sin espasmos ni náusea, apuntar los proyectiles y apretar el botón que inicie el gran festival de destrucción que han preparado ellos, los cuerdos. ¿Qué nos da la seguridad, después de todo, de que el peligro consistía en que un psicópata llegue a tener ocasión de disparar el primer disparo en una guerra nuclear? Los psicópatas son sospechosos. Los cuerdos les mantendrán lejos del botón. Nadie sospecha de los cuerdos, y los cuerdos tendrán razones perfectamente buenas, lógicas, adecuadas, para disparar. Obedecerán cuerdas órdenes, que han llegado cuerdamente por el conducto jerárquico. Y, por su cordura, no sentirán remordimiento. Cuando salgan los proyectiles, pues, no será ningún error.

Sin dejar de preocuparnos por las motivaciones habidas en el texto de Merton, íntimamente ligadas a la finalidad de nuestro escrito, tenemos que decir que estados de conciencia como el de este sacerdote contemplativo, han estado tomando cuerpo en el espíritu humano y en los campos de la sociedad luego de finalizar la llamada Segunda Guerra Mundial. Así como la vocación exterminadora que promovió, provocó y perpetró aquella hecatombe se ha recuperado de una aplastante derrota y hoy exhibe sus deseos supremacistas, por igual, la conciencia humana que se fortaleció al ser víctima y testigo de las tragedias que resultaron, tiene bastiones y nichos de encuentro y no ha dejado de estar en las calles y en los escenarios sociales, activa, solidaria, consciente, movilizadora, espiritual, política. La presencia de esta consciencia habida con fuerza en el cuerpo de las sociedades frente a un enemigo muy poderoso, caracteriza la intención de exterminio que hoy han planeado las clases hegemónicas del imperialismo capitalista.

En el emporio comunicacional de Hollywood, ventana ideológica fundamental del sistema capitalista, existe una cartografía del trayecto socio-político de la hegemonía que dirige el mundo. Muchos indicadores se pudieran extraer de este tránsito por el ejercicio del poder ideológico en las audiovisualidades, pero sólo uno nos llama la atención en este momento: la advertencia final habida en la película Guerra Mundial Z –harto subestimada por propios y extraños- que significa un dibujo del destino que nos tienen guardado los grupos oligarcas a los humanos-humanas. Hace 7 años, con el entusiasmo productor del actor Brat Pitt, el equipo que dirigió Marc Forster armó la dicotomía planteada para alienar, a saber: un mundo contaminado por una enfermedad y un sistema que se defiende de la contaminación. Conclusión final: ¡los exterminaremos!

Para dar un tono bíblico en su planteamiento y apocalíptico en su conclusión, la película apela al exterminio por fuego, metáfora tradicional que, como hemos visto, ha estado presente como símbolo de exterminio de todos los poderes. Ya no les hace falta el fuego como emblema visible. El exterminio planeado debe ser silente: los nazis comprobaron la efectividad de la invisibilización de las víctimas que les dio el campo de concentración hacia el horno crematorio. Sin embargo, la película de Forster se ejemplariza en mostrar que el exterminio será infinito, de allí la parentela que esta visión cinematográfica tiene con la doctrina de Guerra Infinita, inaugurada por EEUU luego del derribo de las Torres Gemelas en el año 2001, durante el gobierno de George W. Bush. No sólo será infinita en el tiempo sino en los métodos.

La necesidad de un masivo exterminio por parte del imperialismo se debe a la inmensa conciencia planetaria desplegada, que de seguro crecerá en la medida en que manifieste sus acciones. Enfoques habidos en la teoría de la Complejidad pudieran explicar este crecimiento y consolidación de una conciencia planetaria humano-humana. Sin embargo, el exterminio comenzará por los mismos EEUU. Allí la manifestación de esta conciencia ya se hace patente y no es un fenómeno nuevo –el tío Ho Chi Ming no se equivocó cuando dijo que, en la lucha contra el imperialismo, el pueblo estadounidense era un importante aliado del pueblo vietnamita- hay allí fuerzas sociales incubadas cuya conciencia ha venido consolidándose en el ejercicio social. Se suele subestimar dogmáticamente al pueblo estadounidense cuando, recordemos, se trata de un espacio humano con historias endógenas importantes, intricadas, influyentes, donde anidan diálogos, saberes, experiencias, culturas, arte, anhelos, religiosidad, deseos de justicia. Y además, tiene una juventud que no necesariamente ha tomado la senda del fascismo. No hay sólo un pueblo invasor y agresivo en los EEUU, es un pueblo de pueblos; también sufrido, esquilmado, alienado, con discriminaciones, desigualdades y donde una conciencia cósmica apenas asoma su fuerza incubada. Se debe tener en cuenta que ese pueblo estadounidense tiene un lugar importante en la historia del tránsito civilizatorio habido en occidente desde 1492 hasta hoy; nos lo recuerdan las estatuas del almirante Cristóbal Colón que están siendo derribadas por manifestantes en algunas ciudades de ese país, a raíz del asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd.

Hay preparado un exterminio dirigido al cuerpo social de esta conciencia que ha logrado configurar una noción de paz revolucionaria cuyos argumentos coinciden con los esbozados por el líder soviético Vladimir Lenin, aunque en EEUU tenga en estos momentos explicables y transitorias expresiones de violencia. Para este plan es importante el control de la información a través de las redes sociales, en el cual los aparatos policiales de la hegemonía necesitan datos diarios y precisos de cada ciudadano y ciudadana. Cuando las organizaciones cívicas de los EEUU firmen los acuerdos que permitirán a los dueños de los emporios informáticos hacerse de los datos absolutos de cada ciudadano- ciudadana con el pretexto de controlar la pandemia, estarán cediendo el derecho a disponer de esos datos (de sus vidas) para cualquier tropelía que se le ocurra a la hegemonía. Una memoria como la del sapo-espía gringo J. Edgar Hoover debe estarse retorciendo de la envidia en su tumba.

Un segundo elemento es el control absoluto del aparato informático mundial hasta tal punto que ya se están manifestando supuestos saboteos en las redes y en el sistema, que nos hacen pensar en ensayos previos a un bajón total, aunque, transitorio de todo el sistema mundial, mientras se perpetra el exterminio, en donde es indispensable la desaparición física de personas sin dejar rastro social. En sólo 72 horas de una interrupción informática y comunicacional en todo EEUU con el pretexto de un ataque de algún enemigo creado por la ficción (llamados fake news) y la sociedad de ese país se estaría entregando a la tutela inmediata del ejército que, desde las calles, protegería la detención arbitraria, la desaparición sistemática y la eliminación de personas consideradas “contaminadas” (enemigas del sistema). Esto pudiera estar sucediendo durante lo que queda del período Trump o en su reelección o en la elección de un nuevo Presidente o en el ejercicio de un gobierno de facto impuesto por el aparato de la industria militar (cuyo poder es impresionante), cuestión que no es nada descabellada.

Las fuerzas reaccionarias que desatarían esta degollina contarían con la participación de agentes policiales encubiertos, grupos de la ultra derecha, voluntarios anónimos. Se borrarían del mapa social familias enteras con sus círculos sociales incluidos. Además de la Alemania nazi, esta práctica ya se materializó desde el año 1976 en la Argentina, durante la dictadura del general Jorge Videla donde hubo 30.000 personas desaparecidas. Allí se borró la identidad y existencia de no pocos ciudadanos, creando un terror social extremo. En los mismos EEUU, luego del asesinato de John F. Kennedy (1963), la mayoría de los testigos clave para el esclarecimiento del magnicidio murieron en extraños accidentes o desaparecieron sin dejar huellas; datos interesantes al respecto, reposan en el informe del fiscal Jim Garrison y en el filme JFK (Stone, 1991). Finalizada esta escalada represiva genocida, a la llamada opinión pública estadounidense se le dirá que “se ha ganado una batalla al enemigo” (que los agentes de la hegemonía hayan inventado).

Mientras se ahonda el clima de guerras en el mundo, la hegemonía tratará de deshacerse de gobernantes incómodos o en resistencia política y promoverá los mismos métodos de exterminio en cada país para aniquilar esta conciencia. Se impondrán metódicas de provocación para extremar la protesta y así permitir la visibilización de quienes se colocan en la resistencia. Nuevamente el miedo y el terror jugarán su papel intimidador. Una muestra de esto es el rol aparentemente “pacífico” que están teniendo los grupos neonazis en EEUU, quienes en principio se movilizaron mostrando su endeble y poco convocante extremismo. Ahora se les encuentra instalados en carpas a orillas de los parques y plazas, como si fuesen indigentes, para observar las manifestaciones y a los manifestantes que participan en las protestas. Algunos intercambian gritos e improperios con los indignados, pero no pasan de allí. Es muy probable que su labor sea identificar militantes para luego delatarlos y participar en el exterminio.

Estando en la conciencia Frente al exterminio de la hegemonía se fortalece la conciencia que se ha ganado y en estos años de comienzos de siglo XXI tiene posiciones importantes. Se va reconociendo grupalmente para fortalecerse y distanciarse del pesimismo y la desesperanza. Se la invoca y convoca a los escenarios sociales con sentido cívico, crítico y radical cada vez más creciente y unificador frente los problemas, sin ceder a la tentación de la violencia. Recordemos la base ecológica de esta conciencia. Nada puede hacer pensar en el aislamiento, por el contrario, como todo está vinculado, se pertenece a ese vínculo habido en el todo (Es por esto que los estados de cuarentena planteados no pueden tomarse como un aislamiento orgánico, cultural ni espiritual). Tampoco es un “vale todo” como plantea manipuladoramente en sus métodos la hegemonía, pero en esta conciencia, tienen cabida todas las tendencias sociales que anhelan una transformación de la realidad de desigualdades e injusticias a que ha obligado a vivir el imperio capitalista con sus tragedias y miserias. Se plantean procesos de liberación que incorporan dimensiones diferentes a los tránsitos emancipatorios de la modernidad.

Estos grupos conscientes fijan posición más activa y propositiva respecto al recurso tecnológico que es donde hay mayor debilidad o desconocimiento. En los espacios de las redes, el espectro político es muy difuso y con tendencia a la despersonalización; allí lleva ventaja la hegemonía. Se ha sido ingenuo, renuente y pasivo ante la organización informática alternativa; véase el caso Julian Assange. Un ejemplo es que no se asume el software libre con la fuerza necesaria. Planes para plantearle desafíos a la pandilla de Windows con innovaciones y colocaciones tecnológicas propias con fuerza de porvenir son urgentes de implementar. Si algún espacio dominado por la hegemonía debe tener una alternativa desde este lado de la conciencia, ése es el campo de las nuevas tecnologías. Las cadenas del coloniaje tecnológico deben ser desplazadas.

Se enfrenta al capitalismo en su raíz mercantil con una actitud cada vez más socialista. La vetusta macroeconomía imperante hasta hoy ha fenecido en la especulación de capitales, obligada a crear crisis para sobrevivir, mientras los espacios alternativos conscientes tienen ya espacios microeconómicos integrados al despliegue de microutopías cada vez más sólidas. En cuenta de esto, la hegemonía ha desarrollado planes microeconómicos para controlar esta avanzada a través de inversores como George Soros y otros que han tomado a la India como campo de experimentación para dar un imposible “Rostro Humano” al capitalismo y penetrar las genuinas experiencias alternativas. El terreno consciente tiene al afecto como verdadero lazo humano. Abrir el corazón al servicio de la humanidad que significa desmercantilizar totalmente las relaciones humanas, sociales y políticas. Cooperativizar desmontando el burocratismo. Reivindicar la presunción de buena fe que traería el rescate de la palabra empeñada de los pueblos. Desenmascarar a los traficantes de la esperanza con una actitud creativa en las relaciones económicas que distancie al numerólogo y atraiga al sensible. Continuar educando en la ética del pueblo donde se encuentran referentes libertarios, distanciados de una axiología virtual que no tiene referentes tangibles en las comunidades, parece ser el cometido de esta avanzada consciente.

Cuando decimos que el capitalismo sucumbe, estamos diciendo en esencia que el patriarcado también ha entrado en crisis definitiva. Todo este destino de violencia y exterminio hegemónico ha estado centrado en una noción patriarcal del proceder humano. Se ha impuesto la mente sobre el cuerpo, la expansividad sobre el arraigo, las pasiones sobre la reflexión, la explosividad sobre la ternura, la imposición sobre la comprensión, la ambición sobre el compartir, la rudeza sobre el abrigo, el mercantilismo sobre el amor, la visión masculina sobre la femenina. El machismo que ha comandado las actitudes políticas y culturales se está desmoronando en su última y trágica consecuencia: el femicidio. El desgarramiento machista intenta destruir inútilmente la dimensión corresponsable con la cual debe el hombre hacer vínculo y causa común: la mujer. Tal vez el último grito de ahogado del patriarcado sea la promoción del machismo en la mujer, casos existentes en las mandatarias de Inglaterra, Bolivia, Croacia, o en la visión de la oficial torturadora Ferguson en el campo de exterminio de EEUU en Guantánamo o en beldades parlamentarias como la israelí Ayeled Shaked quien propuso en el parlamento la muerte de las mujeres palestinas. Comienzo del fin del patriarcado al mostrar a la mujer de esta manera desvirtuada de su ser, intenta lesionar la conciencia ganada, donde el protagonismo de la mujer es esencial. Se colocó en esta conciencia cósmica el presidente Hugo Chávez Frías al declarar que la Revolución Bolivariana tiene rostro de mujer. Sin la visibilización de la mujer en esta conciencia es imposible desplazar el exterminio hegemónico, ni desplazar al capitalismo, ni mucho menos ser una alternativa real al esclavismo que tienen preparado.

Somos sociedades enfermas. El capitalismo nos ha llevado al extremo de su enfermedad terminal, amenazando nuestra existencia como especie. Necesitamos sanar. La conciencia fortalecida nos dice que, siendo un problema grave de salud la situación mundial, es imperioso sanar integralmente. Esto nos obliga a ver al planeta desde una concepción ecológica. Ninguna refleja mejor esta urgencia que la visión ancestral. Desde este lugar vemos al planeta como a una madre (mujer) dadora, benefactora, imprescindible para la vida: Pacha Mama. Y nos obliga a reconocer que ese poder hegemónico ha dañado a la Pacha Mama hasta tal punto que el riesgo humano-humana de desaparecer como especie tiene su médula en el exterminio que también se ha practicado sobre la Pacha Mama en muchas de las especies ya extinguidas. Esta conciencia cósmica humana sanará a la Pacha Mama, a la par de que se rompan los lazos habidos entre algunos humanos y la práctica de exterminio. Recuperará las especies extinguidas, preservará toda la vida originaria y liberará. Desde este lugar se plantea una dimensión complementaria a ejercicios biomédicos sociales no-mercantiles, como la llamada medicina alternativa que se ubica en la sanación integral del ser humano y se apoya en espacios médicos milenarios ligados a la espiritualidad y a la utilización del herbolario como base de sanación. Esta vía integral humano-humana-Pacha Mama es tal vez el vínculo más próximo que tenemos a la restauración como especie y salvaguarda de todo el ecosistema.

Entre muchos aspectos que quedan por reflexionar, está la dimensión espiritual. Uno de los planteamientos hechos por el comandante Hugo Chávez Frías desde la presidencia de Venezuela tiene esta perspectiva como esencia del proceder político y humano, continuada a su vez por el presidente Nicolás Maduro Moros. La materialidad que hoy vence al capitalismo y lo pone de rodillas ante el inmoral dios-oro, sólo puede ser vencida por una actitud abierta a la espiritualidad desde la dimensión histórica en que cada quien se ubique. Esta espiritualidad tiene como referente central a la infancia, su observación, cuido, respeto y responsabilidad. Compartir los bienes de la vida para ampliar la conciencia espiritual y dar solidez a la intelectualidad con la infancia como referentes, atenderían postulados ya trabajados por pensadores como el apóstol cubano José Martí. Las prácticas meditativas personales y colectivas tendientes a vincular esfuerzos desde la espiritualidad en favor de una conciencia humana cada vez más liberadora, bienvenidas sean. En el postcapitalismo al que hemos accediendo, será imprescindible para que los pueblos puedan tener más conciencia de su porvenir, una transición socialista justa, donde sus dinámicas espirituales estén presentes sin manipulación, ni coacciones, ni miedos al exterminio oligarca. El corazón gobernaría desde el espíritu a la razón demencial y desalmada hasta ahora imperante.

Que la bondad perpetua sea vivir en democracia En todos los papeles de trabajo y otros materiales escritos, elaborados por agentes del capitalismo a finales del siglo XX, la democracia no aparece como posibilidad en siglos venideros al siglo XXI y la justificación es la necesidad de la unidad esclavista mundial, en donde los mecanismos de diálogo se desestiman. Sin duda, lo que está en serio peligro hoy, además de la vida humana y demás especies, y lo que habría que defender con ahínco es el estado democrático de la humanidad, logrado como resultado de la lucha por la civilidad. Para esto es imprescindible que los pueblos se dimensionen en espacios jurídicos alternativos, desafiantes del modelo moderno basado en el Espíritu de las Leyes enunciado por el conde Montesquieu que tiene a la representatividad como panacea, y problematicen la manida democracia griega. Para un protagonismo de los pueblos es necesario el diálogo directo y en este empeño la tecnología puede contribuir grandemente. Los sectores hegemónicos del poder no creen en la democracia, por esto proponen un mundo unipolar y el exterminio de la humanidad como solución a los problemas globales que han creado. Claro, en la tensión democrática de los pueblos siempre estará como exigencia suprema un justo reparto de las riquezas sin dañar a la Pacha Mama. Esto es imposible desde el interés dictatorial hegemónico, pero muy posible desde la visión y práctica democrática de los pueblos. Nunca será tarde.

Este artículo está dedicado a la celebración de la entrada N° 500 de La Guarida del Druida

Fuente: https://laguaridadeldruida.blogspot.com/2020/06/exterminio-una-clave-en-la-recta-final.html


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